Mi casa de playa (5)
Fecha: 25/10/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: verosoto, Fuente: CuentoRelatos
Día lunes, último del fin largo... Limpio la casa, acomodo todo en la espera de que mi marido llegue y regresemos a la ciudad para retomar la normalidad. Suena mi celular, es Jose y me dice luego del saludo correspondiente:
-Verónica, no has visto las noticias?
-No amor, por qué? Me he desconectado del mundo totalmente... Qué pasó?
-Resulta que el puente que conduce hasta allá se cayó, producto de un fuerte accidente...
-Qué, qué? El puente que está a 15 Km de aquí? O sea, no puedes venir a buscarme entonces? Y cuándo lo reparan, qué dicen los encargados de eso...
Total que me explicó mi marido que tendrían que instalar un puente de guerra, etc., etc. En fin, tendía que esperar hasta el martes temprano que se habilitara la vía para que me pudiese venir a buscar... Increíble, siempre pasa algo que me hace quedarme acá más de lo planeado y sin él, como que el destino quisiese que todo lo vivido me pasase y... algo más?
Bueno, resignada nuevamente decidí hoy sí ir a la playa, así que me duché, me puse mi hilo dental para poder broncearme bastante, un vestidito verde cortito, sombrero, lentes de sol, mi bolsito cargado con los implementos femeninos para el mar y, caminando, llegué al muelle. Allí había todavía un grupo de gente grande, aún muchas personas no se habían ido para disfrutar ese último día de agua salada y arena. Tomé un peñero hacia uno de los cayos más grandes donde sabría que podría ubicar un lugar estratégico para estar solita sin nadie que se ...
... acercarse a molestar o estar de mirones y poder tomar el sol a mis anchas.
Llegué, di unas vueltas por la isleta hasta que conseguí el lugar perfecto: un espacio rodeado por matas y vegetación típica donde nadie me vería y estaría tranquila; diríamos que un sitio bien apartado y aislado. Tendí la toalla, una sombrilla al lado y me instalé a dorarme, previa colocación con dificultad de bronceador, pero bueno, estaba sola... Pasado un rato oigo ruidos, como de movimiento de las matas a mi alrededor. Me levanto con cierta brusquedad, nerviosa, y noto apenas una mirada que se intenta tapar con ramas. Pregunté quién era sin recibir respuesta, eso me dio miedo y me pongo a recoger todo rápidamente, hasta que entran al sitio dos jóvenes:
-Señora disculpe, no se asuste... Es que este sitio lo tenemos como lugar de descanso mientas los turistas se divierten. Venimos aquí a tomar ron, charlar y jugar cartas.
-Ah ok, me asustaron chicos... No pensé que alguien llegase hasta acá y me metí con la idea de aislarme del gentío, ¡perdonen ustedes por robarles su espacio más bien! Ya me voy...
-No señora, quédese tranquila... Podemos irnos y dejarla acá, este espacio es de quien llegué primero y uste se lo ganó...
El comentario me pareció tan simpático que les dije que podíamos compartir el sitio sin mayor problema. Se presentaron como Yon y Beto, nos estrechamos manos, se instalaron cerca de mí e iniciamos una amena conversación. Noté que evitaban fijar mucho la mirada en mí, ...