Mi amiga y yo follamos con un madurito por dinero
Fecha: 30/10/2024,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Caprice, Fuente: CuentoRelatos
Paseando por las calles de Ibiza, mi amiga Alicia, de 26 años, y yo, de 22, compramos unos vestidos escandalosos. Vestidas con ellos, nos sentamos en una terraza y allí convencemos a un madurito para follar con las dos a cambio de dinero.
Hace diez días cumplí 22 años. Mi primo Nacho dijo que me haría un regalo muy especial. Me lo dio en extrañas circunstancias, a fin de cuentas, un intercambio de parejas. Mi primo y yo no somos pareja al uso, pero mantenemos relaciones sexuales desde hace un mes. Leo de 42 años y Alicia de 26 formaban la otra pareja. Pese a la diferencia de edad entre ambos, son un matrimonio feliz y liberal, que tanto se lleva hoy en día. Quedamos todos tan felices, que Leo y Alicia nos invitaron a pasar con ellos una semana en Ibiza, a bordo de un impresionante yate que poseen.
Llegamos a la capital ibicenca el día 1 de agosto. Lo más interesante ocurrió ayer, día 3.
Por la mañana, mientras ellos tomaban el sol en cubierta, Alicia vino a despertarme a mi camarote. Soy así de perezosa, siempre la última en levantarme. Entre que anoche lo pasamos de miedo los cuatro, o me quedé con ganas de hacer algo contigo, terminamos enrollándonos en mi cama. Fue mi primera experiencia lésbica; una de tantas para la impetuosa Alicia.
Las dos quedamos con una sonrisa de oreja a oreja y decidimos compartir nuestra alegría con el mundo. Leo nos llevó a puerto en la zodiac y regresó al barco. Nosotras paseamos por las zonas más concurridas. Al pasar delante de ...
... una conocida cadena de tiendas de moda, quedamos prendadas de un conjunto expuesto en el escaparate. Alicia propuso entrar y probar a ver cómo nos quedaba.
—Es como si lo hubieran diseñado para usted —dijo la dependienta a Alicia cuando se lo vio puesto en los probadores.
—¿Solo tienen este modelo? —preguntó Alicia.
—Hay otro igual, solo que cambia la combinación de colores —respondió la empleada.
Mi amiga se empeñó en que yo me probara el otro. Luego, al vernos juntas en el espejo, insistió en que los compráramos, argumentando que levantaríamos pasiones allá donde fuéramos. Ella vestía el modelo igual al del escaparate, minifalda blanca y un top granate que poco dejaba a la imaginación. El mío igual, pero con top blanco y minifalda granate.
—Yo no me lo puedo permitir —dije cuando vi el precio en las etiquetas.
—No te preocupes por eso, mi dulce Sandra, porque yo los pago —respondió Alicia—. Son solo para hoy. Mañana los devuelvo y me gasto el doble en algo que realmente me sea útil en el día a día. Cuando vean la tarjeta con la que pagaré, no pondrán objeciones.
Alicia y su marido no son multimillonarios, pero viven en Marbella y se ganan muy bien la vida. Él es dueño de una franquicia inmobiliaria que opera, principalmente, en la Costa del Sol. Su principal activo son las casas y mansiones de lujo. Ella tiene parte del negocio como esposa, pero, además, se gana buenas comisiones como vendedora.
Cuando Alicia pagaba en la caja, nos leyeron los códigos ...