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Encuentro esporádico con una persona especial
Fecha: 04/11/2024, Categorías: Transexuales Autor: Daigarus, Fuente: CuentoRelatos
... los brazos y las piernas como si estuviera sobre un cúmulo de nieve. El colchón era increíblemente resistente y olía a nuevo. Tenía unas ganas terribles de quedarse a dormir ahí. Esa habitación era más grande que el departamento en el que vivía. Semejante lujo costaba un ojo de la cara y por eso le era imposible acceder a él. Andrea se fue al baño, se lavó las manos, se peinó y se echó un poco de perfume encima. Se quitó el uniforme de mucama y se quedó en ropa interior. Tenía un sostén y bragas de color negro con elásticos ultra resistentes. Le había agarrado calor después de haber subido las escaleras. Se quitó el calzado y los calcetines; le dolían los pies luego del baile. Al mirarse en el espejo, le maravillaba ver el cambio en su cuerpo. Lucía como una vedete. Retornó al cuarto y tomó a Pablo por sorpresa. Él se pegó un susto al verla en paños menores, pensó que quería hacerlo ahí mismo. Fue inexcusable sentirse nervioso. Esa era la primera vez que una mujer guapa lo invitaba a un hotel de lujo. Se quedó mirándola con estupefacción. —Disculpa mi indecencia. Es que tengo mucho calor —le dijo y se paró frente al modular que tenía un espejo en la parte de arriba, atornillado a la pared. —Parece que hubieras estado en la playa. Tu espalda está enrojecida. —Es porque soy albina. —Pensé que era maquillaje lo que tenías puesto. —Ya nací así. Tengo que ir con la dermatóloga a cada rato. En verano con el calor se me quema la piel y quedo roja como un ...
... tomate. —Ah, no sabía. Igualmente, luces linda así. —¿A ti no te quema el sol cuando vas a la playa? —Nunca voy a la playa. Detesto tomar sol. —El invierno es mi estación favorita. Me gusta sentarme y tomar un sabroso café con leche por las mañanas. El frío me fascina. —A mí también. Andrea se volteó, se dirigió a la cama y se sentó al lado de él. Sus intenciones eran claras, pero Pablo no quería ser brusco. Lo mejor que podía hacer era seguirle el ritmo e ir despacito hasta conquistarla, como en un baile de salsa. Se quitó la pesada campera de cuero y el oscuro suéter de lana que tenía encima de la camiseta gris. Se desabrochó los cordones y se quitó los zapatos. Estaba entusiasmado por lo que vendría a continuación. Andrea lo miraba de una manera provocativa y seductora. Esa mirada sicalíptica poseía una beldad incomprensible, fuera de lo común. Aquellos bellos ojos celestes recorrían el cuerpo de Pablo de una punta a la otra, estudiando cada célula de él. No dejaban de resplandecer con la luz de la lámpara del techo. El silencio que hubo en ese momento fue estrepitoso. —Oye, Andrea. Antes de que… tú sabes —le costaba pronunciar las palabras por temor a meter la pata de nuevo—, hagamos eso. Quisiera que me contaras un poco sobre ti. —¿Antes de que hagamos qué cosa? —Yo sé que me trajiste para tener sexo. Esa mirada tuya la conozco muy bien. Si no recuerdo mal, esa misma mirada la tenía mi novia cuando estaba excitada. Reconozco los deseos de las ...