Siracusa
Fecha: 05/11/2024,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Bellota D I, Fuente: CuentoRelatos
... cerrados y que me llenaba de leche. Qué guapo era al venirse este huevón. El goce le iba de maravilla, le daba a su cara esta increíble expresión que algunos tienen al momento de venirse y que es casi imposible distinguir de un gesto de dolor.
A nuestros gemidos de goce se añadió un “Ah…” satisfecho que venía de la puerta. El rubio se rio mirando detrás de mí. Me di la vuelta y descubrí al barbudo que había instalado el sillón en la entrada del cuarto para mirarnos y corrérsela. “¡Qué rico, se vinieron juntos!”, nos dijo con una mirada pícara, dejando un segundo su hermosa costumbre de morderse el labio.
… me entrego a ti y prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte…
“No quise interrumpirlos y para estar más comodito, me traje el sillón acá”, nos dijo el barbudo, guardando tranquilamente su sexo en su bóxer. Nos reímos los tres, en este preciso momento, la vida era sencilla y perfecta.
Nos vestimos y salimos para encontrarnos con una chica que habían conocido un par de días antes en un bar. La noche fue linda, la chica nos presentó a sus amigos, acogedores y chistosos. Tomamos felices y con momentos de cariño ligero, una mano en la cintura, un abrazo largo, todos experimentamos un bienestar calmo y continuo a pesar de los tragos y del ambiente de fiesta. Mientras la chica nos había invitado a seguirla a una fiesta en el departamento de uno de sus amigos, me di cuenta que apenas me quedaban unas ...
... horas antes de volver al aeropuerto. No sabía cuándo iba a volver a ver al barbudo y esta vez, necesitaba estar segura que entendiera. Le di un beso en la mejilla al rubio que me abrazada en el sofá de la inmensa sala del departamento burgués en el cual estábamos terminando la noche y me fui a sentar al lado del barbudo, dedicado a preparar un porro. Desde el día anterior, estaba pensando en lo que me había dicho acerca de mi atracción para él. A pesar de que habíamos compartido la más grande intimidad física, temía todavía hablarle de sentimientos. Me atreví, por fin. “Tengo que decirte algo. Cuando ayer me dijiste que no entendías cómo podía ser que me arrechara contigo, supuestamente gordo, calvo y morboso, pues ahora que termina el fin de semana y que ya no tengo miedo de cómo va a pasar, te voy a contestar.” Tomé un momento para inspirar, me latía el corazón tanto como para un primer amor de colegio. “Barbudo, estoy profundamente enamorada de ti, eso no cambió desde hace años. No sé por qué te amo, es así, nada más. No te pido nada, sólo que no lo olvidas. Es incondicional y no va a cambiar a pesar de que sigamos nuestras respectivas vidas o que no nos veamos durante años.”
“Lo sé, Bellota, lo sé”, y me abrazó, agradecido.
Pasé las últimas horas antes de que llegara mi taxi durmiendo, abrazada por los dos en el sofá cama que había acogido nuestras fantasías. Seguramente las paredes centenarias de este departamento antiguo nunca habían visto a tres personas quererse ...