Una madre corrompida
Fecha: 21/11/2024,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Juan m 8722, Fuente: CuentoRelatos
... del establecimiento! Lamentablemente, ya hemos tolerado muchas situaciones críticas. Espero que me entienda, pero hasta aquí hemos llegado. A partir de mañana, los mismos ya no estarán en la nómina como alumnos regulares.
— ¡No, por favor! ¡No pueden hacerme esto! ¡Le pido que tengan un poco de consideración y algo de piedad!
— Lo lamento, señora Velázquez. Ya hemos tenido suficiente consideración. Le agradezco su visita.
— ¡No! ¡No, por favor perderán el año escolar! A estas alturas no puedo conseguir otra vacante en otro establecimiento educativo.
— Lo siento, no puedo hacer nada, ya es una decisión tomada.
Mirándola fijamente, pude ver cómo sus ojos se llenaban de lágrimas, hasta romper en un llanto desgarrador. Sentada en la silla intentaba contener sus lágrimas que brotaban a mares. Casi sin aliento y con la garganta cerrada me explico poco a poco su compleja situación marital.
— Señor, entiéndame, mi marido se fue con mi mejor amiga. Me dejó sola con los niños. No me pasa dinero. Tuve que volver a trabajar. Estoy peleando completamente sola. Gracias a unos ahorros y a mi madre estoy pudiendo sacar esto adelante, pero le pido por favor que consideren mi situación.
— Señora Velázquez, yo la entiendo a nivel personal, pero realmente no puedo hacer nada. Discúlpeme.
Sentada en el centro de la oficina, lloraba con ambas manos sobre su rostro. Inmediatamente, le ofrecí un vaso de agua para que su angustia no sea tan dolorosa. Pero el llanto era ...
... constante, su maquillaje empezaba correrse y su rostro se volvía de color rojo intenso. La angustia y la pena invadían su ser. Parándome junto a ella, intenté consolarla. Posando una mano en su hombro, le dije algunas palabras de aliento.
— ¡Ya está, señora Velázquez, tranquilícese por favor!
— ¡Tiene que haber algo que pueda hacer, profesor! Respondió. Sentada, sola, sobre la fría silla. Sus manos cubrían por completo su rostro mientras su respiración se entrecortaba. Aprovechando su distracción, baje el cierre de mi pantalón y saque mi pene, el cual estaba a mitad de una erección. Recomponiéndose de su ataque de llanto, quitó las manos de su rostro y observó mi pene a centímetros de su faz, asombrándose.
— Señor, ¿Qué está haciendo?, ¿Por quién me tomó?
—¡Le estoy dando una solución rápida, señora Velázquez!, si no le gusta puede retirarse. Allí está la puerta. Gracias por venir y buena suerte. Dije Mientras señalaba la puerta.
Guardé mi miembro y me volví a sentar en mi silla. Ante la atenta mirada de esta. Boquiabierta y secándose las lágrimas dijo:
— ¿Usted piensa que soy una zorra? ¿Una de esas que se regalan en cualquier sitio? Cuestionaba con una gran indignación.
— Yo no opino nada, señora. Puede retirarse, Mañana sus hijos tienen prohibida la entrada.
Un silencio de misa recorrió la oficina. El aire estaba enrarecido de dudas en medio de una guerra de miradas. Luego de unos instantes de silenciosa negociación dijo:
— ¡Está bien, se la voy a ...