Jugando al teto
Fecha: 28/10/2018,
Categorías:
Microrelatos,
Autor: Lobo Feroz, Fuente: CuentoRelatos
Caballito es mi patria chica, el barrio donde me crie, el arcón de mis recuerdos y afectos más entrañables cuya esencia persiste a despecho del tiempo y los cambios.
Donde está la plaza, Bogotá y Cálcena, había una vieja casona abandonada que todos conocíamos como “la casa de los fantasmas”, en el silencio de la noche se escuchaban ruidos extraños, creando un aura de misterio que duró hasta que llegó la topadora, borró con su pala el misterio y arrasó con esa parte de nuestra historia juvenil.
Esta es la de Susy y Beto (yo), entre los 14 y 15 años, cuando las hormonas están a pleno y los niños dejan de serlo para entrar en la adolescencia, buscando su identidad sexual. Esta búsqueda se produjo entre juegos, en la casona embrujada.
Explorando el solar abandonado, jugando a las escondidas, demorarnos en el escondite, muy apretados quedamos a la espera de ser descubiertos. Escondidos, muy juntitos, callados, el contacto corporal contra la espalda de Susy duraba demasiado, cada vez más, sin apuro. En una de esas “escondidas” con la excusa erótica del “juego del teto” donde el varón se lo propone a la chica y esta, inocente o no, pregunta: “y cómo es el juego del teto?” Y el varón responde: “vos te agachas y yo te la meto!”. Juego de palabras intencionadas que casi todos conocen, de ese modo fue nuestro debut y entrada al mundo de la sexualidad de verdad.
El tiempo, la dinámica de la vida, el crecimiento y las contingencias familiares pusieron distancia entre nosotros. ...
... Quince años después, por esas cosas del destino no encontramos asistiendo al funeral de un viejo compañero de colegio, ninguno de los dos vive en la ciudad, solo vinimos para expresar nuestro afecto y despedirnos de ese común amigo.
Cumplido el deber de acompañar a los deudos en la despedida nos encontramos para compartir un café y memorar lo buenos tiempos, cuando éramos tan jóvenes. Ella se estaba quedando en la casa de una prima, yo como no tengo parientes en un hotel.
Esos encuentros suelen tener el sabor de la nostalgia, de los dulces recuerdos, después de varios cafés y desgranando los recuerdos la invité a recorrer esos lugares de nuestros años adolescentes, desandar los caminos del tiempo, llegando a ese mismo lugar, falta la casona pero está la plaza tan poco iluminada como cuando jugábamos a las escondidas.
- Te acordás cuando jugando a las escondidas…
- Sí, como podría.
- Me preguntaste si conocía el juego del teto, como dije que no sabía…
- Y te enseñe...
- Claro “agachate que te la meto” Y te hice caso y escondidos me hiciste mujer.
- Y me gustó mucho, fuiste mi debut.
- También me gustó, siempre te recordé por eso.
- Y si te lo pregunto ahora?
- Hacelo, a ver qué pasa…
- Sabés jugar al teto?
- No, pero sé jugar al zorro.
- Ah, y cómo es el juego del zorro?
- Lo mismo que al teto pero sin forro (condón)
Nos reímos, luego el silencio, tomados de la mano, fuimos entrando en la plaza, anochecía, la calidez de la noche ...