1. Colitas vemos, corazones no sabemos


    Fecha: 03/12/2024, Categorías: Infidelidad Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos

    Aquella me parecía la más sexy del pueblo. Y eso que ya no es señorita, ya tiene años de casada, pero tiene un porte... Vestida con esos pantalones de mezclilla entallados que suele usar, bien que para ese culito respingón. Hasta parece que lo está ofreciendo. Si no la conociera, al verla en la calle vestida como suele vestir, pensaría que es sexoservidora de altos vuelos.
    
    Llama mucho la atención, y como suele usar el transporte público para ir diariamente al trabajo, no le faltan las miradas que la ven con lascivia, y los comentarios sexosos que se enfocan en ella y su aspecto de p... De hecho oí a gente que aseguraba que cuerneaba a su marido. Yo no sabía si sólo eran puros chismes o algo realmente le sabían. También había quien decía que de plano le puteaba y que aquél la dejaba con tal de sacarse una lana, cosa que era creíble pues ya tenía tiempo que no chambeaba, por lo que sabía.
    
    No voy a decir que no, yo también lo pensaba.
    
    Con su sugestiva postura de ofrecedora de culo (bien paradita de nalgas que siempre se le ve), le entran a uno morbosos pensamientos de forma inevitable. Cuando coincidía en el mismo microbús no podía dejar de mirarla; su sensualidad es magnética. Hasta solía bajarme mucho antes de llegar a la casa sólo para irla siguiendo desde detrás, y así admirarle ese culito riquísimo y penetrable. Adivinando la forma, la suavidad, el calado de sus nalgas debajo de los vaqueros, mientras las meneaba sensualmente al caminar, no dejaba de pensar en ...
    ... cómo se vería desnuda y en cuatro.
    
    Me la imaginaba echada pa’ delante y mirándome coquetamente mientras la tomaba de su fina cintura para de ella sostenerme y así metérsela por en medio de sus dos gajos de carne.
    
    ¿Por qué siendo tan atractiva se había casado con un cualquier pendejo...? No lo sabía. Aquel tipo era un mediocre, trabajaba de mesero y hacía tiempo que dejó de hacerlo. Ya sólo su mujer era quien salía a trabajar. Según supe había sufrido un accidente en una combi y desde allí ya nunca lo vi.
    
    No le faltarían propuestas mejores a la señora, de eso estoy seguro. No sé por qué no lo había dejado; después de todo ella; con ese cuerpo; no debería tener necesidad de trabajar.
    
    Una de esas veces que coincidíamos en el micro, la putona del pueblo, como las malas lenguas la conocían, me miró. Era la primera vez que me concedía una mirada así, pues casi siempre, altiva, me ignoraba.
    
    Seguro que ella sabía muy bien que me gustaba, era lo más obvio.
    
    Pues total que ese día, mientras la miraba y pensaba todo lo que me gustaría hacerle a aquella mujer casada, me fue inevitable que se me parara la verga. Así es, sentí cómo aquella extensión de mí mismo cobraba vida y empezaba a hincharse bajo mi ropa que la ceñía. Yo la dejé hacer pues, a decir verdad, la sensación fue placentera. Deseaba tanto a esa mujer, deseaba tanto penetrarla.
    
    Creo que es algo normal, ¿o no? Pero lo que no me esperaba es que ella se diera cuenta. Así fue, me miró el bulto de mi pantalón e ...
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