Samantha: Corrupción y perversión de una casada
Fecha: 11/12/2024,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: JCerva, Fuente: CuentoRelatos
... padres veían con malos ojos que su novia vistiera de una forma tan “libertina”, decían ellos. Pero dado al inmenso amor que le tenía a Samantha, el aceptaba a regañadientes el que ella vistiera así. “Total, cuándo nos casemos esas cosas cambiarán” pensaba el hombre.
Y en efecto, todo eso cambió desde el momento en que ella dijo, “Acepto”, delante del altar. Sus viajes se volvieron escasos por no decir nulos y las pocas veces que salían de viaje ya no podía divertirse como a ella le gustaba porqué tenía que estar cuidando al bebé. Esas miradas que recibía en sus años de Universidad, se volvieron miradas esquivas hacia su persona. Dado a que sus vestimentas ya no eran aquellos vestidos escotados y a media pierna ni maquillajes sensuales con su melena alborotada. Y no es por qué no le quedarán por su actual físico, al contrario, pareciera que el haber dado a luz nunca hubiera ocurrido. Su curvilíneo cuerpo seguía ahí. Es más, gracias al embarazo sus caderas se habían ensanchado un poco, haciendo que sus nalgas que ya antes eran prominentes, lo fueran aún más, sus pechos corrieron con la misma suerte aumentando un poco más de su tamaño, dando la ilusión que Samantha estuviera cargando debajo de su brasier un par de melones y su vientre plano daba la impresión como si jamás hubiera albergado ahí a un bebe. Era la viva imagen de un reloj de arena por esas curvas de infarto que había obtenido.
Tan sólo era qué ella ya no brillaba cómo antes, esa mirada coqueta se había ...
... convertido en la de una mujer tímida e insegura que a la primera sonrisa que recibía de algún hombre volteaba la mirada por pena. Esos vestidos sexys se habían ido y ahora sólo usaba vestidos holgados qué no dejaban lucir su cuerpo como debería. Su maquillaje se había ido y el poco que usaba sólo era para poder ocultar las ojeras que le había ocasionado su hijo en esas noches de vela en las que no dejaba de llorar y su abundante cabellera, esa cabellera que parecía la de un león de fuego, la habían enjaulado en un simple chongo o cuándo le iba bien, en una cola de caballo.
Su vida social se había acabado y aunque amaba con todo su corazón a su esposo e hijo. La verdad era que a ella le gustaría seguir saliendo con sus amigas a una fiesta, algún concierto o simplemente pasar una noche de pijamada contándose todos los chismes que se sabían cómo lo hacían cuándo iban en la Universidad. Pero ellas se habían ido, su esposo pensaba que esas amistades no eran buenas para su esposa ya que ellas solo la querían invitar a fiestas y eso no era propio de una mujer casada con hijo.
Y no sólo su vida social había acabado sino qué también su vida íntima iba por los mismos rumbos.
Las sesiones de sexo con su esposo cada vez iban de mal en peor. No es que fuera una adicta al sexo o algo así, pero cómo no hacía muchas cosas durante el día, esa energía que acumulaba necesitaba liberarla de alguna forma. Al principio de su matrimonio las sesiones de sexo o cómo ellos lo llamaban, ‘hacer el ...