Isabel, te follaba una y otra vez (1/9)
Fecha: 12/12/2024,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: Gungnir, Fuente: CuentoRelatos
... perdidos al río.
-Pues tía, si fuese por mí, te empotraba contra alguna pared y te follaba. Isabel, te follaba una y otra vez.
Pese a lo tosco y bruto de sus palabras, a Isabel le cambió la cara y se alegró hasta reír. Le dio un golpe en el hombro a Carlos y bebió hasta acabarse la copa. Parecía que lo que necesitaba en ese justo momento era el sentirse atractiva y parecía que esas palabras habían conseguido eso. Fue un disparo un poco a ciegas, pero había funcionado.
-Pero cómo eres, anda. ¿Y no tienes a nadie a quien “follarías una y otra vez”?
-Si ya hablamos de eso antes, mujer. Que no, que estoy solo en la vida sin más compañía que yo mismo.
-Pues sigo pensando que deberías hablar con la recepcionista tan mona. Seguro que te la ligas. Y podríais iros a tu habitación.
El tema volvía a aparecer y a Carlos no le apetecía volver a pasar por ello, por lo que optó por un cambio de rumbo. Se levantó y le tendió la mano a Isabel.
-¿Echamos un baile? -Aunque tuviese ella mejor cara, se notaba que seguía rumiando problemas con Kike, tal vez el bailar la alegrase e hiciese que despejase la cabeza de todo lo demás.
Isabel se sorprendió ante el rápido cambio de Carlos y lentamente alzó la mano para coger la que le tendía él, la asió, sonrió alegre y se levantó con decisión. -Venga, vale.
Había una sala de baile donde ya había ido entrando gente poco a poco a lo largo del tiempo que se necesita para consumir un par de copas y que estas hagan su efecto sobre ...
... la gente. Las mujeres que habían asistido a las conferencias eran las que más disfrutaban de la sala de baile, ellas fueron las primeras en ir ingresando a la pista y ellos fueron los siguientes, azuzados por la presencia femenina en aquel sitio. Quizás hubiese algún hombre que estuviese allí moviéndose de forma ridícula creyendo que eso era bailar por decisión propia, pero la mayoría lo hacía por ir donde estaban las mujeres; todos se creían cazadores y pocos no se darían con un canto en los dientes esa noche. De esperanza también vive la gente. Aunque, si no te arriesgas nunca, nunca ganas.
En las escasas decenas de metros que separaban el sofá de Carlos e Isabel de la pista de baile, ella había ido colgada del brazo de él. A él le gustaba el tener a una mujer bonita colgada de su brazo, pero no le gustaba tanto el hecho de tanta cercanía de una mujer con pareja. Al entrar a la pista de baile Isabel rauda se descolgó de su brazo y entonces le cogió de la mano con firmeza para a continuación tirar de él hasta arrastrarlo contra su voluntad y con toda su reticencia, al centro de la pista de baile.
Sonaba una música que Carlos no esperaba escuchar, no era el tan repudiado por él reggaetón, sino que eran canciones clásicas de los 80 y 90. Tal vez también de los 70, Carlos nunca había sido un experto en música, no llegaba ni a entendido; era un patán en tema de música, pero un patán feliz. En ese momento sonaba la canción cuyo estribillo cantaba: “baby don’t hurt me, don’t ...