Isabel, te follaba una y otra vez (1/9)
Fecha: 12/12/2024,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: Gungnir, Fuente: CuentoRelatos
... hurt me. No more”. Ni puta idea tenía Carlos del nombre de la canción, él sólo se sabía el estribillo, como parece que era el caso del resto de la gente presente ya que el coro de voces superaba en volumen a la canción cuando llegaba el momento del esperado y afamado estribillo. Animado por la canción conocida y agradable para sus patanes oídos (y por supuesto, aupado por la ayuda del alcohol) Carlos se unió al baile, convirtiéndose en un hombre más que se movía de forma torpe e irrisoria. Pero a fin de cuentas en es consistía bailar, ¿no es así? En divertirse haciendo el tonto, olvidarse de todo y echar unas risas. Al final haciendo el tonto es como más se divierte uno.
La canción cambió a la canción por excelencia de los viajes largos en coche “and I will walk 5000 miles, and I will walk 5000 more…”. Se sorprendió que Isabel supiese cantar esa canción, porque ¿quién no chapurrea las letras de las canciones en inglés? Ambos cantaron al unísono la canción acercando las caras: “just to be the man who walked 5000 miles to fall down at your door”. La canción seguía su camino y ambos bailaban a su ritmo, él la cogía de la mano y la hacía dar un giro, y luego sin soltarse las manos era él el que giraba. En su cabeza eran unos pasos de baile de película, pero en la realidad eran tan torpes como los de las personas que les rodeaban. La canción acabó con ambos comenzando a sudar y entre risas. El siguiente paso era el obvio, pedir unas copas. Carlos no cambió de elección, pero ...
... Isabel sí que cambió, se decidió por un ron cola arguyendo que la cafeína le haría bien para combatir el sueño.
Las canciones se sucedieron y los bailes continuaron, las copas se fueron vaciando y los estilos de bailes cambiaron al contar ahora con un vaso con líquido en la mano y con mayor concentración de alcohol en la sangre. Los dos cada vez bailaban más juntos, lo suficientemente juntos como para que un observador externo pensara que esos dos buscaban algo, pero no lo suficiente como para confirmarlo. A Carlos no le gustaba un pelo que cada vez ella se acercase más, que cada vez hubiese más caricias “inintencionadas”, más acercamientos de cabezas, más miradas ininterpretables. Por más que le pudiese apetecer el follar con Isabel cómo mujer que era, no lo haría con Isabel por su condición de no soltera. Mantenía siempre una distancia prudencial con ella, había trazado una frontera de cercanía física que decidió que era el límite entre lo amistoso (a términos de ella) y lo peligroso. Consiguió mantener a raya a Isabel, que siempre intentaba atravesar esa frontera de la que no sabía de su existencia pero que parecía que era un reto que superar para ella.
La canción cambió, y la felicidad se acabó. No más clásicos, era el turno del burdo y sexual reggaetón. A estas alturas Carlos ya le daba igual que sonase esa “música”, ya se había soltado y no le importaba qué música sonase. El problema, que esa música incitaba a los bailes pegados. El problema, que Isabel lo sabía. El ...