1. Solas o en compañía


    Fecha: 13/12/2024, Categorías: Infidelidad Autor: Lara, Fuente: CuentoRelatos

    ... de mi cerebro eran claras, que me echara encima de ella y la besara, la acariciara, era una sensación tan extraña, algo que deseaba y no comprendía.
    
    “Te encuentro nerviosa Lara”
    
    “Yo, no, no estoy… Es solo que…” No conseguía terminar ninguna de las frases que empezaba.
    
    “Lara, no lo estés mi amor, mira, ponte más cómoda, hace mucho calor, déjame que te ayude, pero no estés nerviosa, en el momento que quieras parar dímelo”
    
    Sus manos se dirigieron a los botones frontales de mi vestido que desabrochaba de uno en uno, sin dejar de mirarme y de sonreírme cuando nuestros ojos se cruzaban, yo la dejaba hacer, no sabía por qué, pero quería participar de alguna manera en aquella escena, mi respiración se aceleró cuando empujo los tirantes de mi vestido fuera de mis hombros, cayendo hasta la cintura, Lizbeth se acercó más a mí chocando con sus muslos los míos, con una mano me recogía el pelo de la cara y con el anverso de la otra pasaba lentamente por mi brazo, veía como sus labios rojos se iban acercando más a los míos, era el momento de parar, pero no podía, estaba hipnotizada por ella, por su belleza, su melena rubia caía por encima de sus hombros tapando sus pechos, echó las manos atrás para desabrocharse el sostén, se recogió el pelo con sus manos por encima de la cabeza haciéndose un pequeño moño, dejándome ver dos hermosos senos frente a mí, sus pezones hinchados en el centro de dos enormes areolas de color marrón claro que me atreví a recorrer con mis dedos. Al ...
    ... final nuestros labios se unían en un vano intento de refrescarnos, no obstante fue todo lo contrario, mi cuerpo empezaba a sudar por fuera y por dentro, su lengua recorría la mía a la vez que mis manos buscaban el cierre de mi sujetador y una vez hecho nuestra piel se unía aplastando sus pechos a los míos.
    
    Las dos nos besábamos y acariciábamos sudorosas nuestros cuerpos, el sabor salado de su piel, el sabor de sus pezones, nuestros jadeos y gemidos, fueron previos a que nos levantásemos del sofá donde estábamos sentadas, mi vestido enseguida cayó al suelo y con dos pataditas los saque de mis pies, en el ventanal nos veíamos reflejadas las dos besándonos, metiendo su mano en mi braga y la mía en la suya, su vagina tremendamente mojada, tanto o más que la mía, notaba como sus bragas estaban tan húmedas como las mías, los primeros gemidos en nuestra boca eran el resultado de que las dos estábamos realizando sendos masajes circulares a nuestros clítoris, esa imagen que de seguro que Mario y su hijo Erick no olvidaran en la vida, dos mujeres una con bragas rojas y la con ella blancas se besaban sin frenesí, con sus lenguas bailando fuera y dentro de ellas, dos mujeres dándose mutuo placer con sus manos por debajo de las bragas, jadeantes, dos mujeres todavía con los zapatos de tacón puestos en medio de aquel salón caluroso.
    
    Mi primera acción fue la de parar, miraba a Mario y no distinguía un enfado aparente, tampoco otro sentimiento, muy al contrario que Erick que dejaba las ...
«1234...7»