Arte, seducción y lujuria
Fecha: 13/12/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos
... que da el erotismo. Aquí lo que influye es la interpretación, y eso varía según los ojos que miran la foto. Normalmente quien más se queja es quien tiene la mente más calenturienta.
Sus palabras se me clavan como dagas y hacen que me sonroje. Me hace sentir como si se hubiese percatado de mi cosquilleo, es más, pienso que me ha incluido en éste último sector.
El camarero vuelve a pasar por nuestro lado ofreciéndonos más vino. Nos hacemos con una copa cada uno. Él golpea suavemente la suya con la mía, me mira directamente a los ojos como si quisiera adentrarse en lo más profundo de mis pensamientos. Por un instante desvía la mirada hasta mi escote y siento que me quema con ella. Seguidamente sorbe de su copa sin dejar de observarme con esos ojos claros en los que me sumerjo sin poder evitarlo. Yo lo imito con los nervios a flor de piel y mis partes íntimas rezuman de deseo. Diría que un aura química nos envuelve o que Cupido nos ha aguijoneado con una de sus flechas. Abro la boca intentando articular alguna palabra coherente y lo único que me viene a la cabeza es que quiero sentir su boca. Una voz pronuncia su nombre desde la posición de otra de sus obras y ese mágico instante en el que el mundo parece haberse detenido se quiebra devolviéndome a una realidad que posiciona de nuevo mis pies en el suelo.
—Debo atender a los demás invitados, —me dice, y entiendo que así tiene que ser, muy a mi pesar. ¿Acaso había albergado alguna posibilidad con él?
—En aquella ...
... mesita auxiliar hay tarjetas mías, —añade señalándola, y doy por hecho que es una invitación, en principio no sé muy bien para qué. El corazón da un brinco dentro de mi pecho mientras me sonríe, después se aleja a atender a sus invitados. Me aproximo, me hago con una de las tarjetas, miro a mi alrededor como si con ello estuviese cometiendo una ilegalidad y la guardo a buen recaudo en mi bolso antes de que alguien me vea. El camarero vuelve a ofrecerme una copa y la rechazo con diplomacia, habida cuenta de que parece que ya no pienso con claridad y en vista de que mis pensamientos deambulan por la cuerda floja y mi juicio parece haberse nublado.
Mi amiga se reúne de nuevo conmigo y me acribilla con reflexiones que no comparto. En cualquier caso, tengo la cabeza embotada y no estoy en disposición de llevarle la contraria. En estos momentos sólo me apetece llegar a casa y darme un baño.
Mi marido y mi hija han preparado la cena, y aunque mi apetito es de otra índole, me siento a la mesa considerando que no quiero despreciar el esmero que han puesto ambos, eso sí, después de la cena lleno la bañera de agua caliente, echo sales de baño aromáticas y me sumerjo en ella. Pronto mis músculos se relajan y la tensión de mi cuerpo se desvanece. Mi cerebro también agradece el efecto reconfortante del agua caliente y mi mente parece descansar en mullidas nubes de algodón, en consecuencia, la tensión desaparece y el sosiego invade mi ser.
Con los ojos cerrados y la cabeza apoyada en el ...