Primer polvo con Lucía
Fecha: 20/12/2024,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Celacanthus Pee, Fuente: CuentoRelatos
Tengo una oficina de representación comercial en mi ciudad, con un par de empleados auxiliares. Trabajamos mucho digitalmente y los empleados pueden realizar parte de su trabajo semanal desde su casa. Ello obliga a tener un sistema informático complejo y a mantener muy resguardada la documentación, parte de la cual contiene información confidencial. Por eso, las instalaciones generales de la oficina las limpia una empresa común para este tipo de trabajos, pero mi sancta sanctorum, es decir, mi despacho, la sala de máquinas donde están los servidores y una sala de descanso (a veces, me quedo a dormir en la oficina, si se me ha hecho tarde trabajando y me da pereza ir a casa), lo mantiene limpio un par de días por semana, siempre en mi presencia, una empleada de hogar.
Lucía, esta empleada, lleva conmigo un par de años. Es una mujer madura, de cincuenta y pocos -yo tengo 46-, simpática y dicharachera, y tiene un tipo razonablemente bueno para su edad. Trabaja muy bien, es discreta -no fisga donde no debe- y tiene, cuando le da por ahí, una charla agradable. De vez en cuando, sobre todo después de verle el canalillo o de recrearme con el meneo de su culo, pienso en tirarle los tejos, pero me quito la idea de la cabeza: no está el patio como para andar jugando con las relaciones laborales y te buscas la ruina con mucha facilidad.
Pero, hace un mes, algo cambió. Trabajaba agobiada, acalorada y mascullando maldiciones o qué se yo. Le pregunté si le pasaba algo, si tenía algún ...
... problema en el que la pudiera ayudar y después de dos o tres evasivas me contó que andaba muy justa de dinero y que, para acabarlo de fastidiar, había tenido que renovar el contrato del alquiler con un sensible aumento de la renta.
–De verdad, si esto sigue así -bufaba- yo me hago puta.
–Bueno, Lucía, no exageres. Seguro que habrá alguna solución, no es cosa de echarse al monte a estas alturas…
–¿Cree que no soy capaz?
–No sé si eres capaz, pero ya tienes una edad y no sé si eso sería, a la larga, una buena salida
–¿No hay hombres que pagarían cincuenta euros por echar un polvo conmigo?
Súbitamente, se encendió una luz en mi cabeza.
–Te lo pregunto yo de otra manera -dije- ¿aceptarías tú cincuenta euros por echar un polvo conmigo? –Se quedó como paralizada, mirándome no sé si sorprendida, asustada o qué se yo, con lo cual me entró el miedo a mí– Bueno, déjalo, era una forma de hablar.
–No, no, espere –contestó ella– ¿De verdad pagaría cincuenta euros por follar conmigo?
–Pues sí, no veo por qué no: eres atractiva, simpática, agradable. Yo creo que cualquier hombre pagaría gustoso por irse a la cama contigo.
–¿A que no se atreve? –susurró en tono insinuante.
Por toda respuesta, abrí un cajón en el que siempre tengo algo de efectivo y saqué cincuenta euros.
–Aquí están -respondí-. A ver si te atreves tú.
Ella dejó el trapo con el que estaba quitando el polvo, se apoyó en el quicio de la puerta y empezó a desabrocharse la bata. Yo empecé a ...