1. Vacaciones en Oaxtepec


    Fecha: 25/12/2024, Categorías: Infidelidad Autor: Tita, Fuente: CuentoRelatos

    ... ahogué los gritos de mis orgasmos; sentí el calor del amor que Roberto me depositaba en la vagina, sus manos cedieron en fuerza y descendí tocando el suelo. Al tomarlo de la mano para llevarlo a la cama, me pareció ver una silueta de cabellera blonda que se escurría entre la sombra del jardín. Seguro que era Chavela…
    
    Roberto y yo nos acostamos de cucharita para caber en la cama individual y dormimos un poco. Escuché que mi hijo me llamaba y me levanté; “Quiero agua”, me dijo y le alcancé el vaso que estaba en el buró. Volvió a dormirse y regresé con Roberto. Le chupé el pene para dejarlo listo y me monté a cabalgarlo hasta que me vine. Me dejó descansar, pero al poco tiempo se subió en mí y moviéndose rico, diciéndome “Te amo, mi puTita”, se vino en mí. Roberto acarició mi pecho y se puso a mamar mis tetas acariciando mis nalgas y piernas con la otra mano. Dormimos abrazados, sólo despertábamos para besarnos constatando nuestra felicidad. En la madrugada, aún se escuchaban las risas y los cantos de mis parientes cuando nos dimos la última muestra de amor para despedirnos. “Sal con cuidado, yo cierro”, le dije mientras él se vestía. Se fijó que no anduviera alguien cerca y, silencioso, salió después de darme un beso. Cerré y me fui a dormir.
    
    En la mañana del sábado, llegó Saúl. Iba acompañado de Chavela, quien, dando toquidos a la puerta, le dijo “Me consta que aquí están ellos” y se rio. Me puse una bata y abrí; Saúl le agradeció a Chavela, despidiéndose con un beso. ...
    ... Me pareció que ella le acarició el pene sobre la ropa, y lo constaté cuando entró, por lo notorio del bulto. Como aún era temprano, Saúl se desvistió y me quitó la bata, después de ver a los niños, con el falo muy erecto, en parte por el apretón que le dio Chavela y otro tanto por mi olor y desnudez, me llevó a la misma cama donde Roberto y yo habíamos “dormido”, es un decir. Él quiso chuparme la vagina, pero yo no se lo permití pues seguramente aún tenía resabios de amor. “No perdamos tiempo y aprovechemos esto”, le dije montándome en Saúl, haciéndolo venir pronto, yo también me vine mientras le aseguraba que lo amaba (“también a ti”, pensé sin decírselo). Me tomó de una teta y acarició tal como lo había hecho Roberto para quedarnos dormidos, nosotros también; hasta que nos fueron a despertar los niños.
    
    Fuimos a desayunar al restaurante, donde coincidimos con otros de los parientes, casi todas las mujeres. Nos asoleamos, estuvimos con los niños y mis padres en el chapoteadero de la cabaña. En la noche otra vez hubo tertulia. Acosté a los niños en las camas individuales, mientras pensaba en lo que habría pensado la recamarera al cambiar la sábana húmeda de semen de mis dos amores, además de los vellos que nos desprendimos en la refriega.
    
    Nos acostamos, desnudos y nos besamos y acariciamos como si estuviésemos recién casados.
    
    –¿Recuerdas las veces que estuvimos en Oaxtepec? –le pregunté.
    
    –Sí, las veces que pelé a la mandarina en el vestidor –dijo en alusión al color ...