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Conversaciones con la criada (Capítulo I)
Fecha: 25/12/2024, Categorías: Confesiones Autor: Caaquivana, Fuente: CuentoRelatos
Antes de todo, debo disculparme por utilizar el vocablo “criada”, tanto este como el de “sirvienta” en lo personal se me hacen denigrantes y, en mi vida cotidiana, no los utilizó; quizás el término más adecuado es “trabajadora doméstica”, en casa siempre se les pidió a los niños llamarla por su nombre y cuándo nos referíamos a ella, era simplemente la señora que nos ayuda en casa; sin embargo considero que en este tipo de relatos es más llamativo utilizar la palabra que da nombre a estos, ya que por lo demás son totalmente reales. Los pongo en contexto, egrese de ingeniero civil a la edad de 26 años, ya madurito, al terminar mis estudios conseguí trabajo bien lejos de mi ciudad, aunque regrese con cierta frecuencia a visitar a mi novia, quien estudiaba diseño de interiores, ella concluyo sus estudios un año después que yo, al egresar contaba con 24 años, al muy poco tiempo nos casamos y obviamente se fue a vivir conmigo. Me presento mi nombre es… digamos Miguel, Mike para los amigos, nada relevante, güero, pelo castaño claro, ojos verdes, nariz grande, boca pequeña, poco mentón, un rostro realmente corriente, que con lentes se hace aún más corriente, si esto es posible, mido 1.78 m y al casarme pesaba 75 Kg, era lo que decimos acá un flaco larguirucho. Mi esposa de nombre… Carolina, siempre Caro o Carito para los más cercanos; es más bien bajita, 1.66 m, morena clara, con cara de la pequeña Lulú, ojos cafés, melena al hombro, que casi siempre lleva recogida, delgada, ...
... pero un poco ancha, con un trasero no grande, pero si bien redondeado, lindas piernas muy bien torneadas, pero sobre todo con unos senos de talla mediana, pero espectacularmente turgentes y hermosos. Duramos 10 años en la otra ciudad, nos fue realmente bien, ahí nacieron nuestros cuatro hijos, 3 varones y una muy linda damita, tomamos la decisión de dejar todo y regresarnos a nuestro terruño, teníamos 37 y 34 años, buena edad para intentar algo más y así lo hicimos, compramos una linda casa y pusimos un negocio de materiales de construcción con asesoría directa al cliente, el cual yo atendía, mi esposa hacía desarrollos de decoración a particulares y se pasaba gran parte del día en casa, trabajando y atendiendo a los niños, los dos primeros años nos fue muy bien, pero el tercero fue un verdadero viacrucis, comencé a endeudarme para tratar de que el negocio continuará, al final de este tercer año me vi en la imperiosa necesidad de vender mi negocio a una cadena internacional, pero ellos mismos me ofrecieron un buen empleo, aquí comienza mi historia. En la empresa donde comencé a laborar trabajaban dos ingenieros conocidos, uno de ellos, Pedrito, fue mi compañero toda la carrera, bonachón, gordito, con calvicie prematura, buena persona; el otro Ramiro, moreno con pelo cortado a usanza militar, de 1.70 m aproximadamente, con un bigotito a lo Pedro Infante y un caminar algo simiesco, tenía fama en la facultad de mujeriego y malandrín. Cuándo le comenté a mi mujercita a ...