Una noche extraordinaria con un amigo de confianza
Fecha: 15/01/2025,
Categorías:
Gays
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... hacer.
Alfredo se sentía culpable por haber escogido el peor camino, Tomás le convenció de que no servía de nada echarse la culpa por esa tontería. Tarde o temprano, alguno de los neumáticos se pincharía. Y aunque fuese el vehículo de otra persona, la posibilidad de que ocurriera eso era grande.
—Nos quedamos varados en medio de la nada —mencionó Alfredo, tratando de ver entre tanta frondosidad—. Ni un poste de luz hay aquí.
—En esta región no vive nadie y ya veo por qué —habló Tomás y bebió un poco de agua de su botella transparente de medio litro.
—Hay una luz en la parte del fondo —dijo y señaló con la mano derecha hacia el costado del camino—. Debe ser de algún terreno con dueño.
—Al menos es algo —farfulló Tomás y salió del auto—. Esto es una boca de lobo los días sin luna.
—Vayamos a echar un vistazo. Hace mucho calor dentro del auto.
Dejaron el vehículo atrás, caminaron por la oscura avenida a trancas y barrancas, tratando de no pisar ningún bache. Circularon como cualquier transeúnte por el averiado asfalto hasta que pisaron el pastoso sendero, rodeado de sauces llorones, que conducía hacia un poste con una lámpara incandescente en la parte alta. Un muro de concreto y un tejido firme separaban la parte tupida del terreno, de uno de los lugareños que moraba en quién sabe dónde.
—Debe ser una parcela que alguien compró. Es muy pequeña para ser una finca completa —murmuró Alfredo y se cruzó de brazos frente a un viejo árbol carcomido por ...
... insectos xilófagos. La copa del mismo cubría el cielo en su totalidad—. Es la primera vez que vengo aquí. Nunca me fijo en el entorno.
—No pasa nada —le dijo y manoseó los bolsillos del pantalón buscando su teléfono. Al no encontrarlo, retornó al auto de inmediato, dejando solo a su compañero de viaje.
Desde ese lugar, apenas se veía la parte trasera del auto. Como no vivía nadie en los alrededores, era muy difícil que alguien apareciera para robarse el vehículo o alguna de sus partes como sucedía en los barrios bajos. La casa más cercana estaba a doscientos metros de allí. El silencio y la paz eran abrumadores, casi insoportables. Para un noctívago como él, esa noche era ideal para salir.
Apoyó la espalda sobre el muro, manoteó el teléfono y vio que no habían pasado ni cinco minutos desde que Román se había ido. Sintió la vejiga hinchada y se aproximó al árbol de al lado para vaciarla. Se bajó la bragueta, saco su verga flácida y orinó sobre el oscuro pastizal que rodeaba las raíces de ese árbol de áspera corteza. Se le cruzó por la mente un recuerdo morboso del pasado y volvió a mirar el teléfono. Exploró la galería y seleccionó fotografías de actrices porno que lo enloquecían.
Las mujeres rubias, de cadera ancha, pechos abultados y nalgas gordas, eran sus favoritas. Soñaba con cogerse alguna culona con dotes angelicales, anhelaba tener de celestina a una de esas mujeres hermosas, o al menos conocerlas en persona. Para un pobre diablo como él, eso sería imposible ...