1. Paredes de pladur


    Fecha: 15/01/2025, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos

    Su presencia me conturbó. La media melena sujeta por una diadema elástica; una cazadora acolchada negra con la cremallera subida hasta el cuello; unas mallas cortas azules y unos zuecos deportivos, sin calcetines. Sus piernas blanquísimas eran carnosas; de excelentes proporciones. Me entraron ganas de reproducirme. Una mujer como esta que he descrito no se ve todos los días. Lo malo es que ni la conocía.
    
    Allí estaba, un domingo por la mañana; frente a la puerta cerrada de un estanco. Se movía por la acera inquieta; quizá su síndrome de abstinencia me podía servir para algo, así que me acerqué a ella. No tardó en preguntar: "Oye, ¿tienes un cigarrillo?". "Sí, claro", se lo di. Durante el gesto de darle el cigarrillo, me acerqué más a ella hasta tenerla a pocos centímetros: olía a sudor viejo y a habitación cerrada, lo cual me daba una pista: una opositora. "Y, ¿qué tal van los estudios?", pregunté; "Bien, pronto me examinaré..., estoy algo nerviosa y fumo demasiado", dijo; "Quizá, un poco de relax no te vendría mal", dije mientras, de manera ostensible, me llevaba la mano derecha a mi paquete. Ella siguió el movimiento de mi mano hasta el final. "No, no me vendría mal tener ese paquete a mi disposición".
    
    Fuimos a su casa. La encontré demasiado limpia para lo que esperaba. En fin, una opositora, ya se sabe: sólo tiene tiempo para estudiar. Me confesó, ante el asombro que le mostré, que tenía una amiga que le hacía la limpieza una vez a la semana; me contó también que se ...
    ... lo hacía gratis, a cambio de irse a la cama con ella. De camino, se soltó, y me dijo que estaba ya harta de coño, que iba necesitando una buena polla. Inmediatamente, ahí, de pie, en medio de la sala de estar, me bajé los pantalones. Ella no lo dudó un segundo e inclinó su torso para chupármela. "Oh, oh, qué bien", exclamé nada más notar la humedad de su boca en mi glande.
    
    Ella seguía chupando y chupando; emitía agudos gemidos y respiraba fuerte por la nariz; no se había quitado nada de ropa: supuse que debía tener calor, de modo que pasé una mano por debajo de su barbilla y bajé la cremallera de su cazadora. No me sorprendió que sus tetas salieran grávidas a saludarme, me lo imaginé. Detuve sus movimientos de cabeza y la así por las axilas hasta terminar de sacarle la cazadora. Entonces, me entretuve con sus tetas, mordiéndoselas y besándoselas. "Ah, ah, qué gusto", decía ella, "venga, métemela". Se bajó las mallas hasta los tobillos y se tumbó en el sofá. Yo dirigí mi polla hasta su coño y la penetré.
    
    "Oh, ah, Iván, oh, ah", sonaban mis gemidos, "sí, así, ah, más, más". Yo arañaba la espalda de mi amante, que no cesaba en su empeño por darme placer. Su cabeza se pegaba a la mía y podía oír su respiración en mi oreja, cada vez más agitada a medida que se acercaba su orgasmo. Ya no podía más: mis espasmos me tenían agotada; le pedí que eyaculara pronto: "Porfa, Iván, porfaa-ah-aahh, córrete". Sentí el chorro de su semen caliente en mi coño y eso hizo que también yo me ...
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