1. Conociendo a Daniela III


    Fecha: 16/02/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: joel34, Fuente: RelatosEróticos

    ... un perrito tierno que se quiere adoptar. Es una declaración de nada.
    
    Me fui a acostar, cansado pero al menos seguro de que había estado equivocado. A mis años, lo que más se agradece son las certezas.
    
    Me quité los pantalones y me puse una playera de algodón obscura. Después, intenté conciliar el sueño, en penumbras, mientras envidiaba y maldecia al que la hubiera tenido entre sus brazos.
    
    Había pasado un poco más de la hora, cuando escuché sonidos en la habitación contigua. No pude evitar levantarme, caminar hasta su cuarto y oír con más intensidad. Algo pasaba adentro, y por más que lo intente, no acerté a entender que ocurria.
    
    Estaba la mirilla de la llave. Parecía arriesgado, pero era más la curiosidad. Me sentí como un niño ante su primera travesura cuando me puse en cuclillas frente a la puerta para ver a través de esta. Al observar me quedé paralizado.
    
    Daniela bailaba frente a un dispositivo, utilizando solo unas bragas amarillas y un top. Movía sus caderas al ritmo de una música imaginaria -supongo que no quería despertarme- mientras su cara mostraba la cachonderia y gracia que su poseedora tenía. Me quedé un rato ...
    ... viendo su perfecta silueta, la curva de sus nalgas que se cerraba violentamente en su espalda, las caderas poderosas, el vientre insoportablemente plano que subía hasta volcarse en unos senos majestuosos...
    
    De pronto fue y apagó el dispositivo. Se quitó el top que llevaba puesto y, tras acostarse, empezó a acariciarse el busto con firmeza. La vi dándose masaje en esa zona, haciendo círculos con sus manos abiertas en lo que sus dedos jugaban con sus pezones paraditos. La aprecié llevándose una de sus ubres a su boca, saborearla como se hace con una fruta madura, mientras hacía a un lado su breve calzón y empezaba a jugar con ella.
    
    Aquel espectáculo me prendió muchísimo. Hubiera querido tirar la puerta, lanzarme sobre ella y poseerla, al tiempo que le susurraba su nombre en el oído. Pero Daniela ya me lo había dejado en claro, yo no le interesaba y por consiguiente, esa función no era para mí.
    
    Como pude me levanté, aún tenía la ereccion de una roca. Caminé despacio hacia mi habitación mientras al lado sonaban unos largos e intensos gemidos de placer.
    
    Un nombre me pareció escuchar cuando estaba terminando. Creo que dijo Joel. 
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