1. El lector (parte 2)


    Fecha: 18/02/2025, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Bellota D I, Fuente: CuentoRelatos

    Final de la parte 1: «Un puto exceso de vida. Eso es lo que era Alejandro. Tenerlo para una noche era una exageración. Me había dado tanto placer que no podía imaginar más. Estaba saciada y agotada, y ni siquiera me había penetrado. Viendo que estaba muy cansada, me propuso dormir un rato. Lo abracé como abrazo a los que saben hacerme dormir. Puse mi cara contra su pecho, estaba en casa. Los tenía a todos latiendo debajo de sus costillas. Matías, el barbudo, Diego, el mozo, Lionel, el rubio, mis amores adolescentes, mis amantes fugaces, los que devoraba con la mirada en el metro, los que nunca tendría y los que recordaba. Me empezó a doler la cabeza. Cerré los ojos, lo respiré y me dormí al instante.»
    
    No sé qué hora de la noche era. Creo que no había pasado mucho tiempo cuando sentí que Alejandro me acariciaba la espalda y las nalgas, en silencio y con ternura. Su mano era suave, su gesto leve y controlado, se ajustaba con exactitud a mis curvas. Se pegó contra mí y sentí su verga dura contra mi pierna. Un relámpago delicioso irradió desde mi clítoris. Después de tantos orgasmos y pese a tan poquitas horas de sueño, lo seguía deseando, y el hecho de no haber sentido su sexo todavía me daba aún más ganas.
    
    Nuestros labios se volvieron a encontrar con un beso muy húmedo. Me encantaba sentir su lengua contra la mía. Agarré su sexo para masturbarlo lentamente. Alejandro hubo un delicioso suspiro. Empezó a amasarme la concha. A los diez segundos, le empapaba los dedos. ...
    ... Yo quería disfrutar de una penetración completa y profunda, me metí naturalmente en cuatro, con las piernas muy abiertas, arqueándome para presentarle mi culo. Se apoyó con las manos en mis caderas, consiguiendo un equilibrio perfecto entre delicadeza y firmeza. A los 33 años, estaba descubriendo la exactitud de los gestos que quisiera por parte un hombre. Los suyos. Sentí mis labios íntimos abrirse para envolver la masa dura de se deslizaba en su medio.
    
    Avanzaba lentamente, como me gusta. Sentía mis carnes chorreantes estirarse para acogerlo, respirábamos hondo, era una delicia. Cuando entró totalmente, dejó de moverse unos instantes, dejándome disfrutar sentirme perfectamente llena. Quería que se quedara así para siempre. Un chasquido neto se escuchó en la habitación. Su mano acababa de caer sobre mi nalga derecha. Me arqueé y me enderecé, más por reflejo de rebelión que para evitar la siguiente cachetada que rápidamente reavivó el calor dulce y picante que había dejado la precedente. No estaba acostumbrada a recibir este tipo de gesto, no era algo que me excitaba. Hasta Alejandro. Alejandro lo hacía con morbo, maestría y virtuosidad, con una mano ágil, precisa, y una fuerza perfectamente dominada. La tercera me hizo gemir, no de dolor; pero por el placer de saber que estaba satisfaciendo algo de sus ansias de dominación.
    
    Lo dejé agarrarme el cabello con la otra mano, obligándome a levantar el pecho y arquearme aún más, todavía empalada en su sexo. Empezó a mover ...
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