El lector (parte 2)
Fecha: 18/02/2025,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: Bellota D I, Fuente: CuentoRelatos
... lentamente, regalándome la sensación exquisita de sus idas y venidas. Apoyé una mano al cabecero de la cama y pasé la otra entre mis piernas para acariciarme. Tenía la boca entreabierta y gemía, esta posición me hacía sentir muy perra y con el amo que me tocaba para esta noche, me encantaba.
—Más fuerte… —le dije, moviendo mi culo insatisfecho.
Soltó mi cabello para agarrarme por las caderas y se puso a cacharme como yo quería. Duro. Sus caderas chocaban contra mis nalgas, su verga salía casi por completo y volvía a entrar brutalmente en mi concha. Me mojaba más que nunca y mi masturbación simultánea me llevaba paulatinamente hacia un nuevo orgasmo, al ritmo de sus movimientos. Cada penetración era un paso más en la escalera del placer. Giré la cabeza para buscar su mirada.
—Tenía razón, qué zorra que eres…
Le contesté moviéndome para darle el gusto de ver cómo me metía yo misma su verga, más rápido y más fuerte. Su cuarta cachetada en mi culo fue el detonante. Ahogué mi grito mordiéndome el labio inferior. Salió de mi sexo y sentí enseguida su lengua recorrerme, lamiendo mi goce con aplicación.
—Esto me lo quedo para mí, ya tuviste mucho —me dijo con una sonrisa, refiriéndose a la primera parte de la noche durante la cual había procurado escupirme en la boca el jugo de cada uno mis orgasmos que lamía escrupulosamente.
Me había dejado caer de costadito, Alejandro se sentó a mi lado. Me acariciaba el cabello con ternura. Cerré los ojos un instante para ...
... disfrutar de este momento de calma. Se escuchaban los pájaros de la madrugada en los árboles de la avenida, el día se estaba a punto de levantarse. Cuando los volví a abrir, se había acercado para poner su sexo a la altura de mi boca. Lo empecé a lamer dócilmente, disfrutando mi propio sabor, el limón tibio y suave de siempre. Mirándolo a los ojos, abrí la boca para chuparlo. Aumentaba la presión de mis mejillas y de mi lengua sobre su verga, creando una succión que sabía deliciosa. La rabia morbosa de Alejandro estalló de nuevo en sus ojos. Decir que le quedaba bien esta expresión de loco arrecho sería una pésima aproximación. No, no le quedaba bien, le volvía irresistible.
Conociendo sus aficiones, no me costaba mucho figurarme lo que atravesaba su mente al verme con la boca ocupada por su sexo. Probablemente me estaba imaginando prodigándole esta caricia oral atada con una de sus queridas cuerdas, la de fibra natural, seguro, que me inmovilizaría de rodillas, reuniendo mis muñecas y mis tobillos. Maestro entre los maestros para anudar, se las hubiera arreglado para que la cuerda, después de un par de vueltas alrededor de mi cintura, pase entre los labios de mi vagina y alcanzara mi espalda siguiendo la zanja de mi culo. Yo nunca había probado algo parecido, pero sentí mi clítoris volver a hincharse al imaginarme a su merced, condenada a dejarme cachar la boca sin poder moverme, para quedarme en el exacto punto entre el dolor y el placer procurado por la cuerda rugosa que ...