El lector (parte 2)
Fecha: 18/02/2025,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: Bellota D I, Fuente: CuentoRelatos
... partía mi intimidad.
Sin interrumpir mi mamada aplicada, volví a tocarme. Obviamente me mojaba de nuevo, entre la delicia de tenerlo en la boca y su mirada, me era imposible evitar entrar de nuevo en un estado de excitación intensa. Agarró mi mano y la puso de lado para tocarme él mismo, deslizando lentamente tres de sus dedos en mi concha. Solté su verga, gimiendo al descubrir una sensación extraña y agradable. Apoyaba firmemente una mano en la parte más bajita de mi barriga, mientras los dedos de la otra, orientando hacia arriba, hurgaban deliciosamente mi intimidad. Rápidamente, mi placer se encontró atormentado por unas ganas urgentes de orinar.
—¿Ya hiciste squirt? —me preguntó sin pararse.
—No, eso no sé hacer… —le contesté, jadeando— pero tengo que hacer pis. Déjame un minuto…
—Eso es, relájate. No vas a hacer pis, solo vas a soltar mucho líquido, confía en mí, relájate Sandra…
Sus dedos se movían más rápido y con fuerza, seguía presionando mi barriga. Lo que sentía era rico e insoportable. Era como si me mantuviera al borde del orgasmo y al mismo tiempo en los terribles segundos que preceden el momento de orinar, cuando ya no se aguanta. Respiraba hondo. Alejandro me seguía mirando a los ojos sin dejar de mover sus dedos, con un ruido que más y más se parecía al de una mano jugando con un charco. Después de un rato, el miedo de inundar la cama se alejó poco a poco. Me costaba mucho resistir y me estaba dejando caer lentamente hacia una liberación de ...
... esta tortura divina.
—Relájate… —me repitió.
Obedecí, exhalando y relajando los músculos de mi perineo que me empeñaba a mantener contraídos, últimos garantes de mi contundencia. Fue un instante de abandono total, me invadió el calor acogedor de la vergüenza provocado por la sensación de mearme encima al que se mezclaba el placer de un orgasmo. Alejandro estallaba en júbilo, su mano inundada por mis líquidos que habían chorreado en mis muslos y hasta mi culo. La retiró para hundir su cara entre mis piernas y, lamiéndome como un muerto de hambre, empezó a masturbarse.
Reconocí la alternancia de movimientos enérgicos y más suaves, el baile regular de las idas y venidas de su mano en su verga que ya había tenido la suerte de conocer con los videos que me había mandado. Se enderezó para mirarme. Sus labios mojados se quedaban entreabiertos, su placer subía fuerte y rápidamente.
—Quiero venirme en tu cara…
A modo de respuesta, sonreí, viciosa. Se acercó y siguió masturbándose a la altura de mis ojos. Siempre me fascinó ver a un hombre darse placer de forma solitaria, entonces, estar en primera fila para asistir al mejor momento me complacía totalmente. Alejandro exultaba, estaba a punto de explotar. Sosteniendo su mirada furiosa, abrí la boca y saqué un poco mi lengua, esperando recibir ahí un algo de su precioso jugo.
—Zorrita mía… —me dijo suspirando.
Sabía que él no iba a poder resistir mucho al verme así. Efectivamente, su suspiro se convirtió en un largo ...