En casa sola
Fecha: 19/02/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: Epikuro, Fuente: CuentoRelatos
... a punto de venirme pero decidí contenerme. Ese día quería un orgasmo de aquellos. Mi pene durísimo seguía luchando con las paredes vaginales de mi petisa rubia, que, con sus ojos cerrados, exhalaba por la boca disfrutando de su tercer o cuarto orgasmo.
—¿Todavía no te vení?
—No.
—¿Estás bien?
—Más que bien, ¿Y tú?
—¿Qué creí?
Con una pequeña sonrisa, con sus ojos cansados y el rostro colorado, me responde ella con mi verga en su interior.
Mi pene hundido en un charco de humedad. Mucho líquido se desparrama por el cobertor de la cama. La beso; su boca, su cuello, su oído, sentía el aroma de su perfume frutal. Sus pechos redondos como dos pequeñas manzanas, mordía. Sus axilas desprendían un sutil aroma natural y desodorante femenino. Todos mis fetiches, María Paz me los cumplía.
Ahora ella se decide a dominar el encuentro. Me trepa, se sube encima, me besa el cuello con su boca de felina en celo, me muerde y marca su territorio. El calor y la humedad de su vagina choca con mi pene que ahora yace algo más flácido. Su boca recorre mi abdomen hasta llegar al caminito.
—¿Y esta cosita? No, no, no, a usted le falta llorar un poquito.
María Paz le hablaba a mi pene. Ella sabe que esas cosas me la ponen dura y así fue. Ella conmigo tenía el gusto de parármela con su boca desde su estado natural hasta la erección completa y esa no fue la excepción. Muy rápidamente se me paró con el calor y el aliento de su boca. Su respiración la podía sentir tibia en mi ...
... pubis.
Se la sacó completamente y me regaló una sonrisa con carita de malota. Mucha saliva escurrió de su boca y me escupió.
—Tiene sabor a mí.
Me masturbó un rato mientras se dedeaba. Cuando la tuve lo suficientemente dura, le pedí que me montara y así lo hizo. Acostado veía como esa pequeña y jugosa totita me escondía el pico. Lo hacía lento, a su manera. A pesar de sus cortos 20 años ella tenía experiencia en el sexo. Lo supe desde la primera vez que estuvimos juntos.
—Dale fuerte.
Ella acató.
—¿Así?—me preguntaba.
—¡Más rápido! Dale.
—¿Así? ¿Así querí?—me decía mientras me saltaba con violencia.
—Así mi amor, dale que me vas a hacer venir.
—¿Te vas a venir?—me pregunta entre jadeos y un tono de actriz porno.
—Sí, dale.
María Paz saltaba arriba mío a una velocidad infernal. La mejor en su estilo, experta en twerking y movimiento de caderas; experta en pararme el pico con su culo en cualquier parte, en la disco o en la calle, no importaba, a ella le encantaba mostrar su poderío sexual conmigo.
Su vagina nuevamente explotó en lluvia. Chapoteo. María Paz seguía en movimientos más leves pero igual de ricos. Ya no aguantaba más, era hora.
—Mi amor ya.
—¿Te vienes ya?
—Sí.
—En la boca me la vas a dar.
María Paz desprende de un salto su vagina de mi pene y se acomoda a chupármelo como una verdadera puta. Su cabeza hacía círculos y yo seguía su ritmo tomándola del pelo. No aguanté ni diez segundos y me vine en su boca. Grité de ...