Caricias en la ducha
Fecha: 31/10/2018,
Categorías:
Masturbación
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... mis dedos en su cabello húmedo, acariciándole la cara con la mía. Me estrecha contra él, con fuerza y sin darme mucha cuenta, empiezo a mecerle ligeramente, de derecha a izquierda, muy despacio. Le oigo suspirar, como si acabara de soltar un peso terrible, y entonces se lo pregunto.
-Danielito… ¿qué pasa? Cuéntamelo. – Sé que hay algo que le preocupa, además de lo sucedido antes de la siesta. Supongo que será algo que lo combine, pero no sé que es. Me retiro ligeramente para mirarle a los ojos, el agua que le gotea de la cabeza y la nariz me salpica en la cara. Si me está mirando, no puede mentir, no puede decirme que no pasa nada y callárselo, por eso intenta mantener la mirada baja, pero sabe que le estoy mirando y por fin confiesa.
-Que soy un gilipollas…. Un gilipollas. – muy mal tiene que encontrarse cuando por lo general, no le gusta decir tacos, sólo los suelta cuando está muy enfadado o dolido, o cosa similar. Le miro, expectante. – Mati, a veces tengo miedo. Mucho miedo de que me abandones por otra persona. Durante el viaje de vuelta, el imbécil de Mendieta se la pasó contando historias de tíos que volvían de un viaje y se encontraban a su mujer con otro en la cama, y te aseguro que me sacó de quicio, y sé que no tengo motivos, pero me revolvió toda la cabeza, y que encima me pase esto, ha sido el remate… me asusta que me dejes por otro tío que no falle, o que sea más joven…
Ahora entiendo porqué ha tardado tanto en decírmelo y porqué estaba tan triste. ...
... Daniel sabe que mi ex era un paranoico que pensaba constantemente no que le fuese a dejar, sino que le iba a poner los cuernos con el primero que pasara por la calle. Su exceso de celos, además de otras muchas cosas, mató nuestra relación… y le mató a él incluso, algo que yo tardé mucho en perdonarme. Lo último que querría mi Daniel sería parecerse a mi ex en lo más mínimo. Le acaricio la cara, le beso un par de veces, y de nuevo le aprieto contra mí. En circunstancias normales, sé que tendría que sentir una presión sobre mi vientre, el calor de su hombría pidiendo sitio y exigiendo que me ocupase de él… pero hoy, nada. Su pene cuelga muerto entre sus piernas, como si mi desnudez, los besos y los abrazos no fuesen con él. A mí me da igual, si no puede hoy, ya podrá otro día, pero Daniel se siente avergonzado por la traición de su cuerpo. Precisamente cuando más ganas tiene de estar conmigo…
Se me ocurre decirle que le quiero, que sólo le quiero a él, que no me importaría incluso si nunca jamás se le volviese a levantar, aún así yo seguiría con él, y no por lástima… sino porque le quiero. Pero todo eso, son palabras vacías, lo que ahora necesita Daniel son hechos. Le tomo la mano derecha que conserva en mi cintura y la llevo a mis labios, le beso los dedos uno a uno, mirándole con los ojos entornados, la froto contra mi mejilla. Daniel me mira con su sonrisa triste y llevo su mano a mi sexo. Está a punto de poner cara de fastidio, pero siseo suavemente para que guarde silencio, ...