Caricias en la ducha
Fecha: 31/10/2018,
Categorías:
Masturbación
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... y con la mano libre lo abrazo, mis pechos se rozan contra el suyo, empapados y cálidos, mientras muevo lentamente su mano, acariciándome con ella. En un principio, mi amante no parece especialmente entusiasmado, pero casi enseguida sus dedos no pueden evitar participar y empieza a hacer cosquillas en mi vulva. Retiro mi mano para abrazarle con ambos brazos, mientras él se lanza a acariciar.
Con los dedos, acaricia mis labios, los aprieta suavemente y masajea, y su dedo medio busca mi centro, juega con mi calor, tienta mi rajita. El agua caliente hace que sea más fácil, y apenas roza mi clítoris, me estremezco entre sus brazos y mi piel se pone de gallina, aún bajo el agua caliente. Continúa acariciando mientras veo que sonríe, pero esta vez, es una sonrisa pícara, sin tristeza. Su dedo empieza a hacer círculos en mi botoncito, muy suaves y lentos. Las piernas me dan temblores y amenazan con no sostenerme, mi sexo rebosa humedad y el placer me hace sonreír y temblar.
Las cosquillas que parten de mi clítoris se comunican deliciosamente a mi abertura, mi coñito necesita algo dentro, pero se va a tener que conformar con esta pequeña tortura. Daniel no aumenta el ritmo, sigue haciéndolo despacito, para que yo lo saboree. Su frente se pega a la mía y nuestros ojos se encuentran. Me da un poquito de corte, lo admito, y se me escapa la risa, y a él también, mientras sigue con su trabajito y yo le abrazo del cuello y le acaricio los hombros y la cara.
Su dedo resbala sobre ...
... mi punto mágico y el placer se mezcla con un poco de escozor, pero muy agradable, mis caderas se mueven solas y los gemidos se me escapan sin que pueda evitarlo, ¡qué bueno! Me pica muchísimo por dentro, me pica incluso por detrás, sus dedos tocando sólo mi clítoris son una tortura, pero tan maravillosa… quiero más, quiero mucho más, que lo haga más deprisa, que me meta los dedos, pero el goce es más intenso por el deseo que siento, chispas de placer me atacan en mi perlita y se extienden por mis piernas y mi espalda, casi me hacen saltar. No puedo conservar los ojos abiertos del gusto que siento, me da la impresión de no tocar con los pies en el suelo… más, por favor… más…
Alentado por el movimiento de mis caderas y mis jadeos, Daniel acelera el ritmo, ¡oh, sí! Me encojo de placer entre sus manos y le miro con una sonrisa cachonda y feliz. Veo ternura en sus ojos, pero también deseo… y un poco de frustración, pero no se detiene por ello, acelera más aún y con la punta de sus dedos acaricia también los labios, por Dios, qué bueno, más, más… Las chispas de gusto que antes me atacaban se han convertido en latigazos eléctricos de placer, mucho más largos en intenso, que me llenan de profundo bienestar y anuncian mi orgasmo, que pronto no podré contener, es maravilloso, me encanta, sigue… mi indefensa perlita tiembla de alegría bajo tus hábiles caricias… Daniel no deja de sonreír, ahora parece más contento… qué guapísimo está bajo el chorro de la ducha… ¡oh, tengo que besarte, ...