Caricias en la ducha
Fecha: 31/10/2018,
Categorías:
Masturbación
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... ven aquí!
Nuestras bocas se funden en un beso delicioso, su lengua profana mi boca, sus dedos aceleran, y no soy capaz de aguantar más. Lanzo un profundo quejido que Daniel absorbe con su boca mientras el placer hace explosión en mi clítoris y se expande furiosamente por mi cuerpo, tensándome como una goma, olas de gusto me recorren la piel… y luego, la dulce relajación, sintiendo las palpitaciones de mi sexo, la caricia de bienestar que me invade dulcemente y la sonrisa de satisfacción que se abre en mi cara… mmmmh, qué rico, qué sensible estoy ahora, si siguiera tocándome, podría tener fácilmente otro más, pero en lugar de pedírselo, le abrazo contra mí y… espera, ¿qué es…? Le separo un momento y miro hacia abajo. Ni Daniel lo ha notado, pero…
-Vaya, vaya… hola, "pequeño Daniel", ¿cómo has estado? Te hemos echado de menos… - Daniel sonríe, ahora plenamente feliz y hasta con un aire de suficiencia. Le devuelvo la sonrisa y le abrazo con una pierna. Se frota contra mi sexo húmedo y juguetea un poco en la entrada. – Te quiero, Daniel… Nunca, nunca voy a abandonarte y cualquier problema que tengas, te ayudaré a resolverlo, como tú me ayudaste a mí. Siempre estaré contigo.
Mi novio da un ligero movimiento de caderas y yo no puedo evitar gemir de placer, pero cuando se mete más al fondo, el placer me da un subidón indescriptible, todo mi cuerpo se estremece, convulsiona y tiembla, mi grito de gozo resuena en el baño y el estallido de gusto me hace casi resbalar con ...
... las piernas flojas… mmmh… después de un orgasmo, mi sensibilidad es tan alta… Daniel se ríe suavemente, feliz por haber conseguido que me corriera.
-¿Ya… ya lo ves… cómo puede sucederle a cualquiera….? – jadeo, satisfecha y temblorosa – Ahora, la que se ha corrido nada más empezar, he sido yo… ¿verdad que no vas a dejarme por eso….?
Puedo ver en sus ojos un sentimiento mucho mayor de lo que yo misma imaginaba. Su mano me acaricia la cara con el dorso de los dedos, me mira a los ojos y los labios alternativamente, veo que La Pregunta va a salir de su boca una vez más…
-No. Daniel, no lo hagas, no es justo, no me lo preguntes ahora, no seas chantajista, por favor…
-No te lo pregunto… te lo ruego. Por favor, Mati, cásate conmigo. Di que sí. – quiero decir que sí, de veras lo quiero, pero… me da demasiado miedo, demasiado asco la idea del matrimonio… pero, ¿cómo se le dice a un hombre que te mira como si le acabaras de salvar la vida que no quieres casarte, ni con él ni con nadie….? Pero Daniel sonríe con picardía y pega un bombeo de caderas.
-¡Aaaaaaaaaah, sí!
-¡Lo has dicho! – se ríe a carcajadas y yo intento indignarme, enfadarme, quitarme de su abrazo… pero el placer es demasiado fuerte y no lo logro. Lo único que consigo es abrazarle fuerte contra mí y besarle la cara y los hombros mientras no deja de bombear, y ya no sé ni qué es lo que quiero… sólo quiero que esto siga igual, que no cambie nada… no quiero huir, pero tampoco casarme… ¿qué puedo hacer?