1. El ángel caído


    Fecha: 01/11/2018, Categorías: Microrelatos, Autor: Ícaro_libre, Fuente: CuentoRelatos

    ... sabe… ¡No me importa! ¿¡Ud. hará el papeleo!? ¿O le interesa otra cosa Gómez?
    
    - No mí Capitán. Pero este hombre acosó a una mujer en la calle…
    
    - Y la mujer está afuera esperándolo. Libérelo.
    
    - Como mande mí Capitán.
    
    Ahora dirigiéndose a mí, me dijo: -Si te vuelvo a ver por acá, lo vas a pasar mal. ¿Entendiste?
    
    Sin decir palabra, asentí con la cabeza. Al salir del calabozo, vi a Mariana. Mudos salimos del cuartel y caminamos por la calle.
    
    - Gracias. –Le dije.
    
    - No agradezcas. La verdad, no sé porque lo hice.
    
    - Fue porque me conoces.
    
    - No. No te conozco.
    
    - Soñaste conmigo, y lo sabes. Era un ángel y estuve en tu habitación. –Me miró con sorpresa y un poco de vergüenza.
    
    - He venido a pedirte que me perdones.
    
    - ¿Qué te perdone?
    
    - Sí. No debí acercarme a ti. No debí…
    
    - A ver, para un poco. Sígueme.
    
    Entramos a una cafetería. Pidió un café y algo para comer.
    
    - Debes tener hambre
    
    - No te molestes, no es necesario.
    
    - Yo tengo hambre, también.
    
    Era verdad, además de hambre, en mí paso breve por la tierra, ya había sentido miedo, frío, sed, dolor, y no quería más. Estaba agotado, y lo peor, no sabía qué pasaría mañana. Comía con ganas y en silencio, cuando me habló.
    
    - ¿Me puedes explicar qué pasa?
    
    - Te decía que cometí una falta grave. Al intimar contigo rompí los códigos celestiales. Mí castigo es este. Fui enviado en forma humana, a pagar mí falta.
    
    - Pero para mí fue como un sueño.
    
    - Lo se Mariana. Pero aun así, fue ...
    ... un acto abusivo de mí parte. No hubo voluntad tuya, casi fue forzado.
    
    - Pero Aniel, me gustó.
    
    En un instante de silencio la miré, ella sonrió y hasta se sonrojó, y la verdad, yo también.
    
    - ¿Y qué harás ahora?
    
    Tomé aire profundamente, miré a la calle buscando una respuesta, y con lágrimas en los ojos, sin mirarla, le dije:
    
    - No sé.
    
    - Quédate conmigo esta noche. Mañana verás que hacer.
    
    - Gracias. –le dije.
    
    Al llegar a su departamento me indicó que dormiría en el sillón y me pasó frazadas para pasar la noche. Con un, buenas noches, se fue a su habitación y se encerró con llave.
    
    Me acomodé como pude, me costó mucho conciliar el sueño. A mitad de la noche me despertó un peso que sentí a mí lado.
    
    - ¿¡Qué pasa!?
    
    - Poniendo un dedo sobre mis labios, Mariana me calmó.
    
    - No puedo dormir. – Me dijo.
    
    Entonces me miró a los ojos con lujuria, mordiéndose los labios mientras tocaba mí pene, sobre las frazadas.
    
    - Mariana, no debo…
    
    - Ahora eres humano Aniel.
    
    Mientras decía eso, tomo mí pene en sus manos y mientras lo frotaba me dijo, - Es hermoso, me gusta.
    
    Acto seguido se acomodó y se lo llevó a la boca. Lo succionaba con pasión, mientras lo frotaba. Lo lamía a lo largo mientras me miraba con calentura. Pasaba la punta de la lengua por la rendija y se deleitaba viendo los efectos que producía en mí.
    
    Si en nuestro primer encuentro, hice con ella lo que deseé, en esta oportunidad, me tenía a su merced.
    
    Se subió sobre mí, alzando su polera ...