Reencuentro, más o menos, en una fiesta
Fecha: 24/03/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: MathewDream, Fuente: CuentoRelatos
... mi bálano se encontraba hinchado y cómodo de ser el espeleólogo de aquella gruta.
Por sorpresa la retuve agarrándola fuerte por la cintura, Cuando estaba en el punto más bajo del acto de cabalgarme y le pedí susurrándole al oído que no se moviera.
Se deshizo durante el pequeño instante en que estuvo estática, con su vagina casi quemándome, palpitando en protesta por detenernos, y disfrutando del gozo de dejar nuestros cuerpos unidos sin que pudiera siquiera pasar el aire entre nosotros, presionando para, tal vez encontrar otro milímetro más de mí que introducir dentro de ella, aun sabiendo que había llegado a lo más profundo.
Nos besamos más y más. Recorrí su cuello y abrace su cuerpo junto con sus brazos para inmovilizarla y tiré de ella, invitándola a subir lo justo para que solo mi glande quedara en su interior, y poder luego ser yo quien levantara las caderas para volver a enterrar mi sexo entera hasta lo más profundo de su ser. Con fuerza. Mientras le iba describiendo al oído como quería follármela.
–Quédate así, y siente como me muevo y te la meto toda… Como perdemos el control… Abandónate y disfruta.
Y mientras le hablaba, me aceleraba y nuestros cuerpos chocaban el uno contra el otro rítmicamente, apresurando el movimiento poco a poco y ralentizando en pequeñas pausas para hacerme rogar.
Solo aflojé mi firme sujeción para agarrar uno de su pechos y, cuando pude, dejar una mano libre para colarla entre nosotros y prestarle atención a su clítoris con ...
... mi pulgar, trazando círculos alrededor de él mientras continuaba con mis embestidas levantando su cuerpo y haciéndolo vibrar en el choque de cada una.
Olía a sexo, a descontrol, a deseo, y sus mis jadeos se mezclaban con sus gemidos como ya habíamos vivido a distancia en otros tiempos, pero por fin esparciendo sus ondas sonoras en la misma habitación.
De nuevo anunció que iba a correrse y suplicó que no me detuviera por nada del mundo.
Aunque me hubiera quedado sin fuerzas no lo habría hecho. Verla retorcerse, agitarse, mirarme con cara placer, las mejillas enrojecidas y esa carita final de satisfacción que me volvía loco era demasiada tentación para perderme semejante espectáculo.
Gotas de sudor ya caían por nuestra piel, pero aun queríamos más.
Carmina pronto empezó a agitarse de nuevo. Con los labios de su sexo aun rodeando y acariciando cada milímetro de mi tronco apretándolo un poco con sus músculos interiores a veces, para sentirlo mejor.
Empecé a sentir necesidad de un capricho. Un cambio. Por eso pedí a mi amiga que sé que se colocara cuatro patas sobre el sofá y me fui por detrás de ella con una idea fija. Besando su espalda, recorriendo con mi lengua su columna y su nuca. Rodee sus pechos con mi brazo, y apunté mi glande hacia la entrada de su sexo, empujándolo de nuevo despacio hasta que pudiera sentirlo todo. Cuando por fin lo me sentí calentito y acogido dentro de ella, me sobrevinieron intensos espasmos que anunciaron que contener el deseo de ...