Su profesor particular (capítulo IV): Explorando
Fecha: 29/03/2025,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: Edstaston, Fuente: CuentoRelatos
- “¡Vaya, profesor”. Dijo Elena burlona. “Te ha costado decidirte, pero veo que le has cogido gusto. Lo siento, pero me temo que voy a tener que quitarte tu caramelito de la boca”.
Diciendo esto, se apartó de Tomás, retirando su precioso culo del alcance de su boca. Se subió las bragas y se bajó la falda.
- “Ya es suficiente. Ahora vas a enseñarme tu casa. Quiero conocer el que va a ser mi alojamiento durante el curso”.
- “Claro”. Dijo Tomás incorporándose y dejando ver un notable bulto en su entrepierna. Esto hizo sonreír a Elena.
- “Parece que no le ha disgustado tanto lamer mi trasero, ¿no, profesor?”.
Tomás, avergonzado, bajó la cabeza.
- “Gracias por permitirme lamer su maravilloso culo, señora”. “Si es tan amable de acompañarme, le enseñaré la casa”.
- “¿Qué pretendes? ¿Que vaya descalza? Este suelo de mármol está frío. Tienes que estar más pendiente de mí y de mis necesidades. Ya irás aprendiendo… Por la cuenta que te trae.”
“¡Ven aquí y ponme mis zapatos!”
Tomás se arrodilló y cogió uno de los zapatos de Elena. Cuando iba a coger su precioso pie para ponérselo, Elena lo detuvo.
- “Espérate. He cambiado de idea. Te dije que soy comodona y, estando tú aquí, ¿qué necesidad tengo de andar? ¿No te parece? Ven aquí y date la vuelta”.
Tomás se puso de pie junto al sofá dándole la espalda a Elena, que se subió encima de él agarrándose a su cuello.
- “Vamos profesor. Me llevarás a caballito”.
Tomás era un hombre corpulento y fuerte, por ...
... lo que no le resultó difícil cargar con Elena. Cargar con ella y sentirse utilizado de esa manera hizo que se excitara aún más”.
- “Venga, profesor. Que no se diga. ¡Muévete!”.
Tomás fue recorriendo con Elena subida a su espalda las distintas habitaciones de la casa. Elena estaba encantada con la que iba a ser su casa: era grande, nueva, lujosa, con muchas ventanas al exterior, poco ruidosa para poder estudiar…
En una de las habitaciones Tomás tenía montado un pequeño gimnasio, con cinta de correr y un banco de pesas.
- “Muy bien, profesor. Veo que no solo cuidas tu mente, sino que también te ocupas de tu cuerpo. ¡Eso está bien!”.
“Acércate al banco de pesas para que me pueda sentar y quítate la camisa. No he visto tu cuerpo desnudo y creo que ya va siendo hora, ¿no?”.
Tomás se acercó al banco de pesas y se agachó para que Elena pudiese bajarse cómodamente.
Elena se sentó.
- “Quítate la camisa”, le ordenó.
Tomás se quitó la camisa y dejó ver un cuerpo, no demasiado definido, pero fuerte y trabajado.
- “Bueno, no está mal para tu edad”, dijo Elena. Te sobran algunos kilitos, pero bueno, ahora que vamos a vivir juntos, ya me encargaré de que hagas dieta”.
Ahora quítate los pantalones.
Tomás volvió a sentirse humillado e incómodo. Desnudarse así delante de Elena le resultaba violento, pero ni protestó. Lentamente, empezó a desabrocharse el cinturón.
- “Venga, hombre. No tenemos todo el día”.
Tomás se quitó los pantalones y dejó ver sus ...