Clara. La musa
Fecha: 27/04/2025,
Categorías:
Lesbianas
Autor: LaFilaDeAtras, Fuente: CuentoRelatos
... camarera con una sonrisa de oreja a oreja, sin ningún acento aparente, solo el deje de picardía de quien se sabe deseada.
No sin antes recuperar el aliento suficiente, Clara respondió: -Buenas... un café con leche y un cruasán... por favor…- “y una camarera para llevar”, pensó para sí. Tenía que echarle el guante, de eso estaba segura; ahora bien, la manera quedaba bastante más en incógnita.
Con la exótica camarera en la cabeza y la bolsa con el desayuno en la mano llegó a la Escuela, con el tiempo justo para llevarse una mirada reprobatoria del conserje.
-¡Vamos Clara, que llegas tarde!
La exclamación de apremio la sacó de sus pensamientos como un jarro de agua helada, lo que la obligó a sacudirse de la cabeza el embriagador aroma a pan recién horneado que asociaba a su nueva musa de piel tostada. El día transcurrió horriblemente despacio, al punto que la pobre Clara casi podía ver las burlonas manillas del reloj del aula de fotografía marchar hacia atrás. Varias veces tuvo Clara que huir al baño, puesto que la humedad entre sus muslos estaba acabando con ella, y el hecho que no llevaba sujetador y cada roce de sus pezones con el top no ayudaba mucho.
Por fin llegó el descanso a mitad de mañana, y a Clara no se le ocurrió mejor cosa que ir a ver a la dulce camarera morena, comprarle algo de almuerzo y, ya que estamos, ver si podía hablar con ella. En lo que a pesca de bombones se refiere, la joven Clara era tan sutil como un ariete en plena carga.
-¡Pero ...
... si es la velocista de esta mañana! ¿Puedes ya hablar o todavía no has recuperado el aliento, cielo?- Saludó a Clara la camarera, burlona.
-Ja, ja. Vengo a ver si me das algo de comer- Le respondió Clara, roja hasta las orejas.
-¿Entonces qué quieres? Aviso que solo puedo darte de lo que ves, la cocina la tengo cerrada- Replicó con una sonrisa la otra.
En ese momento, ya más lanzada, Clara sonrió y examinó lo poco que podía ver a la camarera desde ese lado de la barra, y se decidió a echar la suerte.
-A ver, déjame pensar… Si no tienes cocina, creo que me quedaré con una bonita y joven trabajadora de piel morena, para llevar, por favor.- Terminó por responder Clara, con la mejor de sus sonrisas.
La camarera levantó las cejas, sorprendida y divertida por semejante ataque frontal, y acabó por estallar en carcajadas, una dulce risa auténtica y contagiosa. -¿Te la caliento entonces? ¿O te la llevas tal cual?- Apoyándose sobre el mostrador, se acercó a la oreja de Clara, y susurrando le dijo: -Escucha, termino el turno en 5 minutos, te hago un café, espérame y cuando termines pregunta por Rosa. Invita la casa.-
Solo el susurro ya provocaba olas continuas de escalofríos en el cuerpo hirviente de Clara y la forma en que Rosa dijo la última frase hizo que casi le fallaran las piernas. A duras penas pudo tomarse el café de nerviosa que estaba. Eso, y que Rosa le había calentado un café que casi echaba fuego, así que le tocaba a Clara tomárselo con una calma que no era ...