1. Clara. La musa


    Fecha: 27/04/2025, Categorías: Lesbianas Autor: LaFilaDeAtras, Fuente: CuentoRelatos

    ... capaz de mantener. Todo lo que podía pensar era que su nueva musa olía a cerezas y que se estaba volviendo loca.
    
    Contando los minutos en el reloj Clara reflexionaba: para su trabajo universitario de fotografía no necesitaba estar expresamente en clase, la única persona que podía llegar a echarla de menos, Maialen, tenía a Ander, su novio y, al vivir sola en un piso alquilado por estudios no tenía mucho problema en desaparecer de la Escuela de Artes por un día. Eso la animó, y casi sin darse cuenta dieron los 5 minutos estipulados.
    
    Apuró la taza de café, cogió su mochila y se dirigió a la barra, donde había entrado un hombre de avanzada edad del siguiente turno. Clara se acercó al hombre.
    
    -Hola buenas, ¿sabe por dónde ha salido Rosa? La chica del turno anterior.
    
    -Sí bonita, creo que está fuera.- Clara le dio las gracias y salió, donde la esperaba a la vuelta de la esquina su deseada Rosa. Esta la recibió tomándola de la cintura en cuanto la vio, atrayéndola hacia sí y aprisionándola en un húmedo beso de bienvenida.
    
    Sorprendida, Clara respondió, y sus lenguas se fundieron, jugando y explorando la boca de la otra. Las manos de ninguna de las dos se quedaron ociosas: las de Clara fueron hacia los amplios senos de Rosa, y juguetearon con sus marmóreos pezones; las de la morena, rumbo hacia las nalgas de Clara, con escala en uno de los pechos duros y cónicos de la joven.
    
    Tras poco más de unos segundos, Clara tomó conciencia de su localización, se separó ...
    ... ligeramente. -Me gustas,- susurró, -pero aquí no es lugar. ¿Quieres ir a algún lugar apartado?
    
    -Tú también me gustaste desde que te vi- Respondió la otra -¿Tienes pensado algún sitio o te llevo yo?
    
    -¿Te parece mi casa?- propuso Clara -No queda muy lejos de aquí-, añadió con una sonrisa picarona.
    
    En el camino hacia el Casco Viejo fueron charlando, cogidas del brazo como viejas amigas. Charlaban de sus vidas, del amor, sexo y pasión. De vez en cuando una arrastraba a la otra hacia una esquina menos visible y le robaba un beso, lo que contribuía a aumentar el deseo y la temperatura.
    
    De lo que Clara pudo sacar de la conversación era que Rosa, o Rosita como la llamaba su familia, estaba sola, aunque le encantaba divertirse y, con 25 había experimentado en la cama con un amplio elenco de razas y géneros. Era de Pamplona, aunque las apariencias engañaran, y no se cortaba un pelo ni hablando ni en la cama. Estaba trabajando a media jornada para pagarse el grado en Música y Sonido a distancia, y nada apreciaba más en el mundo que su guitarra y Mia, su gatita.
    
    Al fin llegaron al portal de la casa de Clara, tarea difícil fue abrir la puerta del portal entre las caricias y los besos en el cuello de Rosa, pero por fin la pareja entró, subió los dos pisos entre risas traviesas y consiguieron entrar en el apartamento de Clara. En el mismo momento en que atravesaron el umbral de la puerta, ambas desataron su tensión sexual, ese deseo reprimido; esa caja de Pandora que, una vez abierta ...
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