1. Una fuente incomparable de fruición


    Fecha: 29/04/2025, Categorías: Bisexuales Autor: Daigarus, Fuente: CuentoRelatos

    ... perdieran rigidez. Estaba poniendo a prueba la dureza de cada una.
    
    —Creo que ya es tiempo de pasar a la segunda parte —dijo Estela y se detuvo—. Javier, es todo tuyo.
    
    Javier se agachó, sacó del bolsillo de su pantalón una botellita de color blanco con una etiqueta amarilla. Se la enseñó a Ernesto para que la viese de cerca. Ese era el famoso lubricante anal que neutralizaba el dolor de la sodomía. Paso siguiente, tomó otra botellita plástica que parecía tener crema para peinar en el interior. Le explicó que ese era el ingrediente secreto para alongar las erecciones y así evitar eyaculaciones precoces.
    
    Al ver que Javier ya tenía todas las cosas listas, no había marcha atrás, tenía que arriesgarse y dejarse culear por él. Estaba desnudo y excitado, frente a una mujer hermosa que lo había estado manoseando sin timidez alguna. El guapo ingeniero colombiano que tenía a todas las mujeres a sus pies, ahora quería probar un culo de hombre. Los dos miembros fueron embadurnados con la crema potenciadora con efecto retardante.
    
    Estela se sentó con las piernas abiertas en el medio de la cama, a Ernesto lo acomodaron de rodillas en el borde, con la cadera un tanto levantada para que fuera más fácil ingresar a sus entrañas. Javier estaba encantado de ver un culo neto. Pocos hombres tenían un culo tan bien cuidado como ese. Se notaba a la legua que Ernesto era un sujeto que cuidaba mucho su higiene personal.
    
    —Estoy un poco nervioso —titubeó Ernesto antes de que le tocaran el ...
    ... culo. Sentía un hormigueo en el vientre y tenía muchas dudas al respecto. No sabía qué esperar de su compañero de trabajo.
    
    —Creo que lo mejor será iniciar con dilatadores anales —masculló Javier al ver lo apretado que estaba aquel orificio que pretendía agrandar—. Estela, pásame algunos de tus consolares. Los usaré para dilatar este culito.
    
    Ella se levantó de la cama, buscó en la parte interior del ingente ropero, sacó una bolsa negra con un montón de objetos fálicos, tomó seis consoladores de distintos tamaños y se los entregó. Él colocó lubricante anal en cada uno de ellos y los usó para iniciar el viaje de exploración. Hizo el papel de urólogo, introdujo un dedo en el ano y luego prosiguió con los consoladores más pequeños.
    
    Ernesto sentía lo que le estaban metiendo por detrás, pero no sentía dolor en absoluto. Sólo percibía una ligera sensación de obstrucción en la parte final del intestino grueso, nada más. Esperó a que Estela se reacomodara frente a él para decirle que estaba sintiéndose raro. No se sentía ni bien ni mal, se sentía fuera de sí. El temor a sentir dolor generaba una sensación de incomodidad poco común. Ella le aseguró que todo iba a estar bien. Lo mejor que podía hacer era relajarse.
    
    Una vez que Javier acabó de dilatar el ano con los juguetes, reintrodujo más lubricante en el interior del orificio, se acomodó detrás de su compañero, le pellizcó las nalgas y comenzó a meter la enorme verga en ese agujerito. Lo que había imaginado Ernesto no era ...
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