1. Me lo merecía


    Fecha: 03/11/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... costado mío, el cual al sentir mi mano se puso rojo de la calentura y de la sorpresa, yo con delicadeza bajé su zipper y extraje su miembro para darle una candente masturbada, subiendo y bajando la piel que cubre su prepucio, para sentir su glande, el cual ya mostraba una pequeña gota de semen en el agujero de la cabeza del pene, lo que me excito al máximo, acelerando yo el movimiento de la masturbada a cada minuto que pasaba.
    
    En cierto momento, parece que nos hubiéramos puesto de acuerdo, ya que casi al mismo tiempo, los tres estallamos en enorme orgasmo, sintiendo en mis intestinos un caliente liquido que me quemaba las entrañas por parte del fulano que tenía clavado su pene en mi ano, mientras en mi pierna sentía cómo chocaban los chorros de esperma del chico, y vaya que la fuerza con que me golpeaban era bastante y con qué abundancia, ya que parece que arrojó como un litro de mocos, que incluso sentía a la perfección cómo se deslizaban lentamente por mis piernas, mientras tanto yo por las maniobras de la mano que jugaba con mi raja, humedecía por completo la tanga, llegando a escurrir mis flujos por mis muslos, llegando a juntarse con los que manaban de mi culo y la ...
    ... leche del jovencito, y en ese momento me fijé que la chica también recibía lo suyo, ya que me percaté de que los dos hombres que se encargaban de ella, con sus penes de fuera le arrojaban también sus líquidos en el culo y en su cosita, para después ella untárselos por el trasero y piernas, quedando brillosa por la presencia del semen en su piel, llegué a notar cómo el señor de traje tenía los dedos de su mano derecha incrustados en el orificio trasero de la chiquilla, fue entonces que ambas nos miramos a los ojos, dándose cuenta que la miraba y dándose también cuenta que yo recibía el mismo tratamiento que ella, para después ambas acomodarnos lo mejor posible nuestras ropas y hacer como si nada hubiera ocurrido, al bajar ambas nos miramos, y nuestras caras rojas de excitación intercambiaron maliciosas sonrisas, ya que tanto ella como yo sabíamos de las ventajas de viajar en el apartado para hombres, no sé si mi marido se habrá dado cuenta o no pero desde entonces siempre abordo el metro con él, llevando ropa que no les dificulte a los suertudos en turno, meter mano u otras "cosas" bajo mis ropas, disfrutando yo al máximo de nuestro apretado y largo viaje a nuestros trabajos. 
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