Historias de sexo en lugares poco convencionales
Fecha: 01/05/2025,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Martina Paz, Fuente: CuentoRelatos
Con Jorge nos conocimos en la universidad. Ya hablé de él y de nuestro vínculo en mi relato “Noche de amor y sexo en la terraza”. Quiero agregar que tuvimos un vínculo intenso, que no duró demasiado tiempo, pero en él hicimos cosas que jamás pensé que me animaría a hacer y que, hoy por hoy, tampoco me atrevería a repetir. Fue mi primer novio real. Me abrió las puertas de su casa, de su familia. Fue la única vez que pensé que algo podía durar para siempre. Igualmente, lo poco que duró, lo disfruté al máximo y hoy ocupa un lugar importante de mi corazón.
Nuestra primera vez, no fue para nada romántica. O quizás sí, pero no de un modo convencional. Fue sobre el pasto, debajo de un puente. Habíamos ido a la casa de su abuela a conocer a su nueva prima. Estuvimos ahí un rato, pero mi falta de experiencia con familias de mis parejas hizo del encuentro algo incómodo, por lo que decidimos salir a caminar. Estábamos a tres cuadras de un rio, por lo que la travesía era algo interesante.
Luego de caminar un rato, nos decidimos a sentarnos junto al cauce a contemplar la nada. Me cuesta mucho recordar cómo es que de estar sentados uno al lado del otro, pasé a sentarme sobre él, con su pija adentro mío. Pero trataré de hacer memoria.
Llevábamos muy pocos meses de relación y estábamos en esa época en la que todo nos parecía lindo y nos excitaba. Antes de esa tarde, no habíamos tenido sexo, pero varias veces habíamos mantenido encuentros calientes en lugares poco convencionales. ...
... Nos veíamos todos los días, pero nos costaba dar el paso definitivo. Igualmente, nos divertíamos un montón.
Desde la universidad hasta mi departamento, trayecto que no debería durar más de quince minutos a pie, solíamos hacerlo en más de una hora. Éramos de esas parejas que cada treinta metros paran a besarse, a tocarse un poquito. Y eso de tocarse fue lo que más nos encendía. No dejamos lugar de ciudad universitaria en el que hayamos estado a punto de pasar los límites. Había un lugar especial para nosotros muy cerca de la facultad de kinesiología. Había un árbol grande, medio oculto, pero muy cercano al paso de los peatones. En él me tocó por primera vez por debajo de la ropa. No fue planeado. Nos adentramos en ese sendero medio oculto y comenzamos a besarnos cada vez con mas intensidad. Primero sus manos optaron por manosearme por arriba de la ropa. Tetas, concha, mientras yo jugaba con el bulto que crecía cada vez más en su pantalón. Siempre me gustó usar remeras ajustadas, con escotes importantes. Entre tanto franeleo, una de mis tetas se escapó. Nos miramos fijamente por un instante, como evaluando la actitud del otro, hasta que sonreí. Jorge sacó mi otra teta de su escondite y comenzó a chuparlas, mientras friccionaba su mano libre fuertemente en mi concha, por encima del pantalón. Yo fui por más, y metí mi mano en el suyo, para encontrarme por primera vez con su pija. Ese primer contacto hice que me enamore de ella. Jamás desee tanto que me cogieran como esa primera ...