1. Historias de sexo en lugares poco convencionales


    Fecha: 01/05/2025, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Martina Paz, Fuente: CuentoRelatos

    ... mucho más intenso. Acabé, acabó él. De un salto bajé al piso y nos besamos con las mismas ganas que al principio.
    
    Escenas similares se sucedieron en el mismo lugar, como así también detrás del escenario que está en medio del parque Sarmiento, o junto al lago. Hasta que por fin pude sentirlo adentro mío.
    
    El sol estaba cayendo y la brisa de otoño era hermosa. El sonido que hacia el rio al correr bajo nuestros pies era arrullador, por lo que nos recostamos sobre la hierba a disfrutar. Estábamos demasiado calientes. Empezamos a besarnos, a acariciarnos, quizás, creyendo que una de esas extrañas sesiones de amor estaba a punto de suceder. Y así empezó. Besos, manotazos, roces. Pero fui yo la que fue por más. Estábamos recostados a la par, él me chupaba las tetas, yo le hacia una paja. Jamás había sentido su pija tan dura, hasta el momento. Por lo que decidí no pensar y ponerme en acción. Lo aparté de un empujón, me quité el pantalón, la tanga y lo monté. Sentir por primera vez la firmeza de su pija adentro mío es un recuerdo que todavía conservo con intensidad. Empecé a cabalgarlo despacito, con movimientos circulares y profundos. Me quité la remera y el corpiño y bajé para besarlo, sin dejar de moverme. Cuando aparté mi boca de la suya, pude contemplarlo por primera vez de manera real. Estaba ahí, indefenso y hermoso, disfrutando de mí. ...
    ... Y no lo pude evitar. “Te amo”, le dije. Pasaron tres segundos que para mí fueron tres años, en los que imaginé un millón de escenarios en los que era rechazada. Solo tres segundos le bastaron para responder: “yo también te amo”, me dijo.
    
    Las lágrimas que me inundaron los ojos, pero que no permití salir, me incendiaron el alma y el cuerpo, convirtiendo a mis primeros movimientos del principio sobre su pija, en una danza desquiciada. Sentí de repente una gran explosión adentro mío. No era mi corazón estallando de amor, pero fue algo similar. Una tremenda carga de semen me inundó la concha, mezclándose con esos jugos que venía largando yo desde la primera vez que me tocó una teta. Caí extasiada sobre su pecho, buscando su boca, para compartir el beso más agitado, dulce y placentero que nos dimos jamás. Quedamos así por largo rato, hasta que notamos que ya había oscurecido bastante y una suave llovizna con acariciaba indiferente.
    
    Nos vestimos despacio, en silencio, sin poder dejar de contemplarnos, sonrientes. Habíamos roto un límite, y eso nos liberaba muchos tabúes internos que ni siquiera nosotros sabíamos que cargábamos. De ahí en más, todo fue disfrutarnos. Hasta esa bendita noche en la que todo estalló entre nosotros, sumergiéndonos en un terrible Waterloo que nos haría alejarnos para siempre. Pero eso es material para otro momento. 
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