Masajes con final (para nada) feliz (parte 3)
Fecha: 05/05/2025,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Martina Paz, Fuente: CuentoRelatos
... Manuel, quien supe después, era uno de mis tantos lectores, quien me miraba como pidiendo perdón. Finalmente, entró mi hermana, fulminándome con la mirada, seguida por Camila, quien la apuntaba con el arma. Los cuatro, desnudos, se acomodaron de pie, delante de la cama. Los nuevos invitados posaron sus ojos con terror en el cuerpo de Abigail. Mi mirada iba de uno en uno, cada vez más asustada y confundida. Camila habló.
─Estamos todos, al fin. ¿Viste lo que lograste con tus estúpidos relatos? Te cogiste a tu hermana, a tu cuñado, y vaya a saber a cuantos parientes más. Pero no te alcanzaba con ser simplemente una puta familiar. Te metiste con Juan Manuel.
─Camila, pará con esto. Es la primera vez en mi vida que veo a estas personas –dijo el hombre aterrorizado.
No lo dejó terminar de hablar y le dio un disparo en la pierna derecha. Todos gritamos, Juan Manuel cayó al piso. La mujer le indicó a mi cuñado que suba al herido a la cama, en el centro, entre mi cuerpo y el de Abigail.
─Chupale la pija, o mato a tu novia ─le dijo a Jairo, mientras tomaba del brazo a Julia y le apoyaba el arma en la cabeza.
A mi cuñado no le quedó más que obedecer. A pesar de la tensión, pude notar que no era la primera vez que lo hacía. Busqué con la mirada los ojos de mi hermana, pero no me correspondió. Los primeros gemidos a causa del dolor por el disparo, comenzaron a mezclarse con los provocados por el placer. Comencé a sentir una incomodidad extraña, totalmente carga de ...
... morbo. La cosa empeoró (¿o mejoró?) cuando Camila empujó a mi hermana hacia adelante y le ordenó: “ayúdalo”. Julia obedeció. Parecía ser la más serena de todas. En sus ojos solo había enojo y resignación.
Desde la posición en la que estaba, era una espectadora de lujo. Apoyada sobre el espaldar de la cama, tenía Juan Manuel con su cabeza apoyada en el costada de mi vientre, entre sentado y acostado. Debajo, mi hermana y mi cuñado, chupándole la pija, como si alrededor no estuviese desarrollándose una pesadilla. Entre chupada y chupada, aprovechaban para besarse y tocarse. Era hermoso apreciarlos. Tan en esa estaba, que no noté el momento en el que Juan Manuel comenzó a tocarme las tetas. Si por un momento pensé que estaba sumida en una alucinación, en ese instante no me quedó más que obligarme a creerlo y dejarme llevar. Con una mano comencé acariciarle el pelo a Juan Manuel, y con la otra, tomé del pelo a mi hermana, atrayéndola a mi concha. No tuve que decir nada, ella sabía lo que tenía que hacer. De inmediato empezó a chupármela con suavidad, dando pequeñas mordidas que sabía que me volvían loca. Con una mano, mi cuñado empezó a acariciar la concha de mi hermana. En pocos minutos la habitación se convirtió en un concierto de gemidos cargados de placer e incertidumbre. Levanté la vista ante el movimiento de Camila, quien se acercó a la cama, tomó mi consolador y se sentó en un pequeño sofá que estaba al costado de la cama. Se abrió de piernas y se lo metió hasta el fondo, ...