Masajes con final (para nada) feliz (parte 3)
Fecha: 05/05/2025,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Martina Paz, Fuente: CuentoRelatos
... sumándose al coro de gemidos. Desde ahí, dirigió toda la situación.
─Jairo, 69 con Martina. Chiquita (a mi hermana) sentate en la pija de Juan. El que acaba primero, se muere primero.
Y así lo hicimos, quizás obviando un poco la última frase del mensaje. Mi cuñado me ayudó a levantarme y se acostó en donde yo estaba. Yo me acomodé encima de él, con mi concha en su cara mi boca sobre su pija. Estaba terriblemente dura y deliciosa, por lo que no pude evitar arremeter contra esa pija como si de eso dependiera mi vida. Quizás, así lo era realmente. El me la chupaba de forma apurada, algo bruto. Me hacía doler, pero al mismo tiempo me encantaba. En dos ocasiones me pidió por favor que lo haga mas despacio. Obedecí, aunque me gustaba tanto esa pija, que me costaba bajar la intensidad.
Mi hermana se acomodó delicadamente sobre la pija de Juan Manuel, de espaldas a él, moviéndose desde atrás hacia adelante con suavidad. La sangre que no dejaba de brotar de la herida del hombre parecía no incomodarle. Menos aún el cuerpo muerto, pálido y rígido de Abigail, que reposaba al costado. Mientras lo montaba, me acariciaba con delicadeza la espalda.
En ciertos momentos en los que la cordura aventajo al placer, traté de buscarle alguna explicación a lo que estábamos viviendo, pero era imposible. Si la parte del asesinato no hubiese existido, como tampoco la del disparo en la pierna de Juan Manuel, podría decir que estaba viviendo la mejor noche de mi vida. Pero el cadáver y las ...
... heridas estaba ahí, eran parte del escenario. Pero mi cuñado aceleraba el ritmo de sus besos en mi concha, y todo intento de coherencia se desvanecía de inmediato.
En un momento, veo como mi hermana cae de frente sobre la cama. Pensé lo peor, pero Camila seguía sentada en el sofá, muy atenta a darse placer con mi consolador. Todos volteamos a mirarla, pero estaba bien. Juan Manuel muy cerca del orgasmo, decidió quitársela de encima. Por suerte, no había olvidado la advertencia de Camila. Esta, se puso de pie y avanzó hasta la cama.
─Buen chico, buen chico. Ojalá hubieses sido así de bueno y no te hubieses cogido a esta puta ─dijo señalándome.
─Pero Cami, yo no me cogí a nadie. Ya te dije, es la primera vez que veo a estas personas.
─¿Me vas a decir que no conoces a Martina?
─La conozco por fotos, por lo que escribe… pero nada más.
─Sí, claro. Y yo soy la reina de las pelotudas. Ponete en cuatro. Vos, novio de la chiquita, cógetelo.
Entre los cuatro cruzamos miradas cada vez más confundidas. Como nadie reaccionaba, Camila agarró del pelo a mi hermana, la sacó de la cama y le apoyó el arma en la cabeza. Me bajé del cuerpo de Jaime y él se incorporó. Se puso de rodillas detrás de Juan Manuel y lo penetro despacio. El hombre olvidó inmediatamente el dolor de la herida en la pierna, para ser invadido por la sensación como su culo se iba desgarrando ante el paso de la enorme pija de mi cuñado. Y como todo dolor intenso, una vez que te acostumbras, se convierte en ...