La sumisa definitiva
Fecha: 06/05/2025,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: Giani7, Fuente: CuentoRelatos
... todo. Fluía esa química que consigue nublarte el imaginario, que te pone en modo avión mientras te imaginas con esa persona. Miradas directas a los ojos que duraban una eternidad, que hablaban por si solas. Hasta que llegó el momento:
- Te apetece subir? Te puedo enseñar algún juguete?
- No sé si confió tanto en ti jiji
- Sino no estarías aquí
- Me puede más el morbo
- Pues no se a que esperamos
Montamos en el ascensor, donde ya no fuimos capaces de reprimir más el morbo. Comenzamos a besarnos como dos adolescentes, mientras palpaba cada rincón de su anatomía. Ella me intento agarrar la cara, pero siendo yo más veloz, agarré sus muñecas fuerte y las lleve a su espalda. La gire bruscamente y la apoye contra el espejo:
- Mírate! Te ves? Que ves? Ves esa cara que tienes? Te tengo como quiero, y no puedes más que chorrear. Ahora vamos a la habitación y vas a obedecer como la perra que eres. Si?
- Si, mi señor...
Llegamos al cuarto y la senté al borde de la cama:
- Si tienes algún límite es momento de que lo digas...
- No tengo señor. Como sabe me estoy inici (la interrumpo)
- Háblame de tu!
- Como sabes, me estoy iniciando. Desconozco muchas prácticas. No me gusta el dolor extremo ni la sangre. Me gusta dar guerra, y la voy a dar. Asumo el castigo que eso conlleve.
- Escoge la palabra de seguridad. La que quieras. Si estas amordazada, sacaras aire por la nariz 3 veces muy rápido
- Mmm rojo, esa será la palabra
- Muy bien. ...
... Desnúdate!
- No pienso hacerlo. Hazlo tú si quieres...
- Le tienes cariño a esa ropa? Yo te voy a atar desnuda, de ti depende si lo hacemos fácil, o tengo que arrancártela a tiras...
- Prométeme una cosa. Prométeme que vas a hacer lo que te plazca, sin juzgar si es correcto o no. Que me vas a forzar sin piedad, y que vas a hacer lo que te apetezca y te haga gozar, y no vas a parar salvo que escuches la palabra.
- Prometido!
Ella se desnudó de cintura para arriba, a sabiendas de que el resultado final sería el mismo. Pero yo había ganado la primera batalla. Me acerque lentamente, preparando las esposas en mi mano. Se fue moviendo por arriba de la cama, como un felino que se prepara para luchar, aunque sabía que no podía hacer nada por evitar su destino. Fue un pequeño forcejeo el necesario para tenerla tumbada boca abajo, con las manos en la espalda. Se movió y protestaba, intentando zafarse, pero en cuanto escucho el cierre metálico, fue consciente de su destino. Todavía asimilaba la situación, cuando un aro hueco se alojaba entre sus mandíbulas impidiendo articular palabra ni cerrar la boca. Era un cumulo de sensaciones el que se apoderaba de ella, sintiendo el frio del metal, la presión de las esposas, la mandíbula durmiéndose y la baba comenzando a recorrer su cara.
Tanto fue así que ni consciente fue de que, en cuestión de segundos, ya estaba desnuda de cintura para abajo. Cuando se quiso dar cuenta, eran las cuñas la única prenda que adornaba su cuerpo. Se movía, ...