1. El pago de la cuota atrasada del gimnasio (parte 1)


    Fecha: 06/05/2025, Categorías: Gays Autor: Dayenorius1, Fuente: CuentoRelatos

    A raíz de una crisis económica, quedamos sin trabajo mi mujer y yo. Tras un par de semanas conseguimos conchabo en el gimnasio de nuestro viejo conocido Fede para limpiar y llevar la administración. Nos turnábamos en las tareas y debíamos cerrar a la noche, día por medio. Mi amigo era entrenador personal y daba clases particulares.
    
    Un socio habitual era un chico de unos 20 años, Ricky, carilindo hasta lo indecible, pelo negro corto, unos ojos celestes que cortaban el aliento y algo menudo, pero con el cuerpo marcado lo justo, nadador de competición y también jugador de fútbol con amigos. Como decía que le faltaba fuerza, tomó clases de musculación tres veces a la semana, con tarifa especial.
    
    Ya iba el quinto mes y había progresado bastante notándose en sus brazos y piernas bien torneadas, además de su culo respingado, que se notaba cuando pasaba de una máquina a otra. Revisando las planillas de pago, noté que debía tres meses y estaba a punto de vencer otro. Como Federico dejaba en nuestras manos las cobranzas, no le dije nada, pero se lo hice saber a mi mujer.
    
    -¿El caramelito no está pagando?, me dijo la muy calentona.
    
    -Sí, pero dejá que yo le hablo. Por ahí tiene algún drama.
    
    Una noche Ricky vino a última hora y Fede ya se había retirado, pero me dejó la rutina, así que supervisé su recorrido por las máquinas, aprovechando para tocarle los brazos y las piernas en cada una de ellas, con la excusa de guiarlo. Cuando terminó su rutina era la hora de cerrar y no ...
    ... quedaba nadie. Me dijo que debía ducharse, si lo podía esperar, a lo que respondí que no había drama pues estaría ocupado en bajar la cortina y acomodar las pesas y mancuernas, que se bañara con calma.
    
    Se entretuvo con su celular, mientras hacía lo mío, hasta que oyó el ruido de la cortina y se fue a los vestuarios, pidiéndome una toalla, champú y crema enjuague. Cerré la puerta de la cortina y fui tras él. Me senté en un banco con la toalla, puse lo demás en la ducha que iba a usar y le pregunté si no le molestaba que me quedara, porque quería hablar con él sobre las cuotas.
    
    -¡Uy! Sí, debo un par, ¿no?, me dijo.
    
    -Dos pares, le respondí, mientras veía cómo se enjabonaba su cuerpo lampiño y marcado, la espalda en V, con esos surcos en diagonal de sus riñones hasta sus nalgas empinadas y me excité, así que tuve que taparme con la toalla que había dejado en el banco.
    
    -¿Cómo lo podemos resolver sin que Fede se entere? Me hace muy bien el entrenamiento, tengo más fuerza, estoy más marcado y hasta gané en velocidad.
    
    -Es cierto, le dije, estás mucho mejor de hace un par de meses, cuando te conocí, pero la deuda es cada vez más grande.
    
    -Lo que pasa es que vivía con una chica con la que compartíamos el alquiler, pero cambió de carrera y facultad y se fue a vivir al Sur hace tres meses.
    
    Le respondí que me resultaba difícil seguir tapando el agujero, porque hacía dos meses que había registrado el retraso. Se quedó cortado y para romper el hielo le pregunté si estaba ...
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