El mozo (Parte 3)
Fecha: 07/05/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: Bellota D I, Fuente: CuentoRelatos
... Recuperaba lentamente después del terremoto de placer que acababa de sentir. Entre las gotas de agua que salpicaban, vi que seguía de pie. Me sonreía. Su verga seguía perfectamente parada y se pajeaba suavemente. Le devolví su sonrisa, lo miré a los ojos y acerqué mi boca de su sexo. Sin dejar de mirarlo, empecé a lamerle las bolas, acogiéndolas delicadamente con todo lo ancho de mi lengua. Soltó su verga para dejarme recorrerla hasta la punta, alternando lamidos y besos.
—Qué rica lengua tienes…—suspiró, cerrando los ojos.
En este juego de dominación que se había instalado entre nosotros, él no sabía todavía que acababa de perder el poder. Ya solo le quedaba dejarse llevar por mi boca y aguantar una larga e intensa frustración. Empecé por tomar la punta de su verga entre mis labios y a chupetearla. Sentí su mano ponerse detrás de mi cabeza y empujarla para invitarme a dejarlo entrar por completo en mi boca. Apreté a penas los dientes a modo de advertencia. Me soltó.
—Estate quieto y déjame hacer a mi manera —le dije.
—Lo siento, sigue, por favor…
“A mi manera” no era nada preciso, solo me excitaba invertir los papeles y tomar el control después de haberme dejado totalmente llevar en los confines de la lujuria, regalándole la más impúdica y obscena versión de mi misma.
Desde mis primeras experiencias sexuales, siempre me gustó el sexo oral. Cumpliendo 18 descubría la sensación de tener una verga palpitante bajo mis lenguazos tímidos y, un par de semanas ...
... después, empezaba a disfrutar de la sensación de tenerla en la boca. A los 30, mi lengua y mi boca se habían vuelto tan sensibles que sentía nítidamente un placer bucal mientras ofrecía mamadas apasionadas a mis amantes. En este dominio, no tenía límites, me encantaba lamer, chupar, sobar su verga en mis labios, llenarla de saliva, pajearla, volver a hundírmela en la boca hasta la garganta, enrollarla con mi lengua… Muy a menudo, me masturbaba mientras tanto y, por la excitación que venía directamente de mi boca, me las arreglaba para llegar al orgasmo, cuyo placer era duplicado por la sensación de una verga que me llenara la boca. Mi segunda fuente de satisfacción era obviamente llevar al otro al colmo del placer y sentir como brotaba la leche en mi garganta o abrir la boca y dejarla caer en mi lengua, pero no le iba a llevar a este final tan pronto…
Retomé su verga en la boca y la hice entrar por completo, aspirando ligeramente para presionarla con mi lengua y el interior de mis mejillas. Con un movimiento suave, mi mano la hacía ir y venir lentamente, disfrutando de la sensación de su masa dura en mi lengua. Repetí este movimiento regular durante largos minutos, modulando la presión y así sus sensaciones, regalándole olas furtivas de placer intenso. Me hubiera podido quedar así durante horas. Lo miraba con este contrapicado característico de esta posición, levantando los ojos para encontrar los suyos en los cuales se mezclaban goce, desprecio, ansias y súplica – ¡qué ricos ...