El inocente hijo de Doña Adelaida descubre nuestros secretos II
Fecha: 03/11/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: Hansolcer, Fuente: SexoSinTabues
... la que se estaba comiendo mi hermano? Aquel pensamiento no duró más que un instante, el gozo que me daba el ano de mi hermano pudo más que cualquier idea que se cruzará por mi mente. Dispuesto a hacerlo gozar más le saque la verga y así como estaba a cuatro le empecé a dar lengua, su agujero era hoy como si le hubiera entrado un bote de desodorante, por un instante recordé lo que me había dicho antes sobre que la sentía más grande. Mirando hacia abajo y viendo mi verga colgando tuve que darle la razón, realmente mi pene eran un buen pedazo de carne lleno de venas y con aquella curvatura hacia arriba que debía tocarles la parte más sensible tanto de mis hermanas como de mi hermano. Incluso mi hermanastra y mi propia madre parecían haberla gozado cuando habíamos tenido sexo. Mi hermano había empezado a pajearse, quizá mi lengua no solo le excitara el culo. También su polla al parecer gozaba aquel momento, un lenguetazo por toda su zanja hizo que su cuerpo se doblara hacia abajo. Yo aproveche aquel momento y en un instante de solidaridad mi mano tomo su pene, duro, excitado. El debió adivinar que iba a masturbarlo, porque dejándome libre se levantó hasta quedar su espalda contra mi pecho. Parados los dos el doblo su cabeza hasta quedar nuestras bocas una frente a la otra y besándonos le hice una paja hasta sentir su caliente leche sobre mi mano. Entre quejidos de placer mi hermano se corrió mientras movía sus caderas como si estuviera follando el aire. Presuroso se giró y ...
... agachado me mamo la reata, lujurioso me la chupaba mientras con su mano acariciaba mis huevos. Era tal el morbo entre nosotros que quizás si nos pudieran ver nadie nos reconocería como los hermanos “normal” que a diario veían como un vecino más en aquella vecindad de mala muerte. Otra vez lo puse agarrado al barril, con mi mano derecha le puse la cabeza de mi verga en la entrada y de un empujón se la enterré hasta el fondo. No hubo mayor preámbulo, tan solo unos segundos para gozar su interior. Luego empecé a cogerlo, esta vez con la firme intención de gozar y hacerlo gozar. Lo culie una y otra vez con estocadas profundas, afianzado a su cintura le daba pene hasta hacerlo pujar una y otra vez en una sarta de letanías de beatas de iglesia. Su goloso culo me daba un placer enorme, tragón pero rico. Caliente, esponjoso y con aquel olor que me decía que le estaba tocando hasta la mierda. Era caca y por extraño que parezca me excitaba, saber que mi hermanito se la estaba comiendo toda, que me estaba gozando, eso definitivamente era más fuerte que cualquier repulsión que pudiese generarme el olor a su mierda de hermano. Lo despatarre un poco más, entre sus piernas y siempre desde atrás lo folle como debía follar un perro excitado, una tras otra recibía mis embestidas tragándose todo, hasta el tronco. Mis 17 cm parecían estar hechos para aquel culo tragón, una vez más tuve que lamentarme el no haberle dado verga todos estos meses o talvez años. Los recuerdos de nuestras cogidas en familia ...