Una noche con Mar (1 de 3)
Fecha: 12/05/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Chicles, Fuente: CuentoRelatos
... allí y ella dejara emparejada la puerta para que entrara sin que algún vecino fisgón se diera cuenta. No saldríamos de la casa, donde andaríamos desnudos, y yo saldría hasta las 10 pm del siguiente día.
No sé si todas las mujeres sean tan hábiles para urdir con tanta precisión cuando quieren verga, pero Mar es una maestra, ¡ya verán por qué…! Por mi parte, tuve que solicitar la ayuda de un colega, el delegado sindical de la zona, para inventarnos una elección sindical extraordinaria en la ciudad donde vive Mar, claro, donde yo sería escrutador y debería presentarme el martes en la mañana, por ello saldría el lunes, después de clases, y regresaría en la noche del martes o el miércoles, según se requiriera. Así, con mi permiso autorizado en el trabajo y, obvio, en la casa, salí desde la CDMX hacia el Bajío.
Aunque a algunos les parezca desleal, el domingo en la noche le di una buena despedida a mi señora y, por si fuera poco, también la dejé el lunes en la cama con el mañanero. Siempre con el arma bien rígida, me aguanté para no eyacular, pero dejando a mi mujer con el cansancio que le dio el exceso de orgasmos. Al terminar mi clase, y con el rifle bien cargado, salí a cubrir los 500 km de carretera. Mar me precisó la dirección de un estacionamiento seguro y cercano a su casa donde debía dejar mi auto.
A las 10 pm en punto, hice la llamada. “Ya vi la puerta de tu casa, está oscura”, le dije desde fuera de la entrada al pequeño coto “Privada de la Reyna”. “¿Recuerdas ...
... el código de la entrada?”, preguntó. “Sí, 1008”, contesté y vi que se abrió la puerta de su casa. “Pasa con sigilo”, dijo y cortó la comunicación. Avancé silenciosamente los pocos metros, empujé la puerta y entré con rapidez. Mar cerró la puerta y prendió la luz de la sala.
–Debes tener hambre, es largo el viaje si vienes solo –me dijo y me besó.
–¡Hambre de ti! –le contesté al terminar el dulce beso, tan delicioso que la verga se me paró de inmediato y la estreché, pegando mi pubis sobre el suyo.
–¡Ja, ja, ja! Después nos comemos eso, primero comes lo que te preparé –dijo, llevándome del brazo al comedor, donde ya estaba servida una deliciosa y humeante crema de champiñones. También, estaba aireándose una botella de tinto francés.
Le di un regalo que había comprado para ella. Me lo agradeció con un chasquido de labios sobre mi mejilla y me señaló el baño para que me lavara las manos. Al terminar, sirvió un lomo mechado con una deliciosa salsa de almendras y de postre un sabrosísimo flan casero.
–¡Nunca imaginé que prepararías esta deliciosa cena para mí! –dije sinceramente agradecido al concluir la cena.
–¡Hey, hey! No te vueles –dijo, deteniendo mis muestras de agradecimiento–. Aún no sé si tú valgas que me esmere así por ti en la cocina. Esto comimos antier y lo hice para despedir a mi marido y a mi hijo –precisó y yo puse una cara seria–. Hice de más, para comer yo hoy y cenar contigo, sí, también pensé en ti…–aclaró, entornando los ojos y acercó su cara ...