1. Una noche con Mar (1 de 3)


    Fecha: 12/05/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Chicles, Fuente: CuentoRelatos

    ... para pedirme un beso.
    
    La besé y levantó los trastos. Le ayudé a llevarlos al fregadero y antes que me preguntara qué prefería: “lavar o secar”, exploté.
    
    –Estuvo rica la cena, no lo niego, pero ¡me hiciste sentir que me habías dado las sobras!, aunque hayas cocinado una ración de más para mí –exclame con algo de molestia.
    
    Cuando escogí lavar los trastos y ollas, ella habló demoledoramente, mostrando más realidad que ilusión.
    
    –¿Acaso no tienes claro que serás el último de este maratón? Tendrás las sobras de la leche y el atole que hice con tanto amor en estos tres días… –en mi mente resonaron las palabras con las que la invité para coger: “¿Y sí puedes continuar el maratón el lunes en la noche y el martes?”
    
    –Tienes razón –dije en plan conciliador al tener una oportunidad que muchos hubiesen querido y seguimos lavando y secando trastos entre sonrisas y besos.
    
    –¿Quieres cuba, vino o agua para llevar a la recámara? –preguntó y elegí vino.
    
    Al entrar a la recámara vi que había un tocador con una gran luna, también otro espejo en la puerta del baño de la alcoba, donde se podría apreciar toda la acción. Junto al peinador una banca para dejar mi ropa, y fuera del alcance de la visión donde ella recargaría su teléfono móvil. Voy a recibir una llamada cerca de las once y media, y tú te quedarás parado o sentado aquí, sin hacer ruido, mientras hablo. Me desvistió y ella se quitó la bata. Estábamos disfrutando un sabroso 69 donde yo probaba el atole de sus dos machos ...
    ... que dejó para mí, sin haberse aseado el interior de la vagina, cuando sonó el teléfono.
    
    Ella se puso la bata y me señaló el lugar a donde yo debería estar. Tomó el teléfono y contestó, era una video llamada. Puso el altavoz y acomodó el teléfono sobre una base construida para mostrase sobre la cama.
    
    –¡Hola, mi amor! ¿Cómo les ha ido? En la tarde recibí el mensaje de que habían llegado bien. ¿Estás sólo en tu cuarto? Dijo Mar y se acostó.
    
    –Sí, mami –contestó el cornudo–, ya sabes que es un cuarto para mí solo.
    
    –Entonces, me quito esto. No me vaya a pasar como la vez en que había un compañero contigo y nos quedamos con las ganas de decirnos cómo nos queremos… Dijo Mar, quien más tarde me explicaría que contestó encuerada y alguien la vio.
    
    –¡Ja, ja, ja! No, Daniel no vio mucho en esa ocasión –dijo su marido.
    
    –Pues yo no lo vi, pero escuché el “silbido que hizo”. ¿Ya te quitaste la ropa? –aclaró Mar antes de preguntar si ya podían empezar a decirse más cosas de amor.
    
    –Sí, mamita, quiero ver cómo te revuelves los pelos de la panocha mientras me la jalo.
    
    –¡Qué grandota la traes! ¡Quiero que me cojan con un garrotote como ese! –decía Mar, al tiempo que se masturbaba aceleradamente, dándole la función al cornudo y a mí que también me acaricié huevos y verga, pero sin hacer ruido.
    
    –¡Ya me va a…! ¡Mjh, mjh, ahh…! –se escuchó del otro lado, en clara alusión de una venida del marido y yo también quería venirme al ver las puteces de Mar.
    
    –¡Qué rica leche, mi ...