Mi vida con Eduardo (II)
Fecha: 13/05/2025,
Categorías:
Gays
Autor: Francy, Fuente: CuentoRelatos
... más bien delgada, apenas 65 kilos). Mi hombre grande, duro, podía hacer lo que quisiera con su Francy. Acabó con un bufido y se desplomó sobre mí, que seguía boca abajo. Nos quedamos quietos, yo sintiendo su respiración agitada aún y su pene que dentro de mi culito se iba aflojando poco a poco, pero siempre dentro, como una afirmación de que Eduardo era mi dueño, el único amo y señor de Francy. ¡Me sentí tan mujer en esos momentos! No sé si las mujeres de verdad sienten su femineidad con tanta intensidad como yo.
Me puso en posición cucharita para dormirnos felices, él agotado por el día de trabajo y por el sexo conmigo. Mi cabeza sobre su brazo y su otra mano cogía una tetita mía (son chiquitas, pero algo hay). Yo sentía sobre mis nalgas su pene en reposo y húmedo aún, y de mi agujerito salían unas gotas de su semen. Sentía su respiración en mi cuello y su calor de hombre. Me sentía protegida, chiquita abrazada por ese macho, a quien amaba ya tanto. Me dormí suavemente, feliz como nunca lo había estado con alguna otra persona.
Había amanecido recién, y la luz entraba delicadamente por la ventana de mi dormitorio, cuando desperté sintiendo una presión en mi trasero. Eran sus manos que, él de costado, abrían mis nalgas suavemente y sus dedos buscaban mi agujerito. Luego sentí su la cabeza de su pene que buscaba entrar. ¡Oh, mi amor es insaciable, de nuevo…! Pensé, dichosa de despertar tanto deseo en él, y era mi deber de someterme a sus ganas de hombre.
–Amor mío, ...
... ¿qué quiere, otra vez suya…? –murmuré aún un poco dormida.
–Tranquila Fran, quédese así, de ladito, lo haré suave… –me susurró al oído.
Yo acomodé mi colita para recibirlo; Eduardo me abrió aún más las nalgas y levantó una de mis piernas para penetrarme más fácilmente. Cuando entró di un gritito:
–¿Duele mi Fran? –me dijo en voz baja.
–Un poquito amor mío, mójelo por favor.
Sacó la cabeza y la humedeció con su saliva, y también con sus dedos mojó mi hoyito, que todavía conservaba algo de su semen de una horas antes. De ese modo volvió a entrar, hasta meterlo todo. Yo movía mi colita para darle más placer. Así estuvimos un buen rato, él sujetándome fuerte de las ancas y dándome algunas palmadas en las nalgas.
–¡Mi mujer…! ¡Que rico culito tienes Francy! –exclamaba con voz ronca.
–¡Sí amor, es solo tuyo, haz lo que quieras con él, mi dueño, te amooo!
De improviso su respiración se aceleró, dio un mugido y acabó dentro de mí. Yo apreté mis nalgas para que no se saliera tan pronto, pero en esa posición resbaló fuera, hasta que Eduardo se quedó de espaldas recuperando aliento. Me di vuelta hacia él y lo besé fuerte. Yo también había acabado, un chorrito corto de mi pequeño miembro, el clítoris como lo llamaba con cariño Eduardo. Seguí besándolo, su boca, mejillas, cuello, sus hombros y brazos musculosos. Con mi mano sostenía y jugaba con su pene lacio, que aun así era grande.
–Francy…
–Dime amor.
–Si seguimos así vas a quedar preñada –me dijo riendo ...