Una noche con Mar (3 de 3)
Fecha: 27/05/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Chicles, Fuente: CuentoRelatos
... De cualquier forma, dormimos con los vellos encharcados por el líquido de nuestro placer…
–¡Válgame Dios, cuánto dormimos! –dijo Mar al mirar el reloj despertador de su buró–. Debo hacer la comida –concluyó antes de meterse al baño.
Al salir de asearse miró el vello de mi pubis con lamparones de lefa y flujo, se agachó y me lamió. “Tú sólo lávate las manos, más tarde te bañarás porque no debes llegar así a tu casa…”, me dijo, e hincada, y siguió lamiendo mi sexo. Mi miembro creció de inmediato. Ella se dio cuenta y salió rumbo a la cocina.
Yo no había reparado en que, tanto la ventana de su recámara como la de la sala tienen, además de los visillos, unas cortinas que no permiten la luz y que siempre estuvieron cerradas pues son las que dan al jardín de acceso. Eso me corroboraba que a Ramón le gusta cogerse a Mar por toda la casa, y por ello, las recámaras de sus hijos están arriba, con acceso por el jardín.
Al salir de la recámara, me imaginé a Mar siendo cogida por su marido en cada uno de los lugares donde se posaba mi vista: la barra de la cantina; el sofá; cada uno de los sillones y las sillas; sobre la mesa del comedor; en la mesita del antecomedor y los bancos de éste; también en los de la cantina, etc. ¡Qué cogidas tan lindas pueden hacerse con ese cuerpo que tiene Mar!
–¿No quedó algo de la deliciosa crema de champiñones? –pregunté.
–Después de lo que me has demostrado, te haré, con mucho cariño y agradecimiento, la crema de champiñones que también ...
... le encanta a mi hijo y comeremos unas chuletas para no cocinar más –dijo Mar cuando reparó en mi presencia–. Abre una botella del vino que quieras, preferentemente tinto y pones dos copas en la mesa –me ordenó.
Cuando regresé de cumplir la misión, me fijé lo que ella hacía. Partió finamente ajo, cebolla y champiñones frescos. Los colocó en un sartén donde puso a calentar mantequilla. Cuando los tuvo sancochados, los metió a la licuadora. En todo ese tiempo la estuve acariciando en las nalgas (¡qué hermosas nalgas!) y besándole la espalda. Cuando apagó la licuadora, me puse en cuclillas para lamerle las nalgas y el culo, ¡me faltaba lengua! De pronto se volteó hacia mí, puso uno de sus pies sobre mi rodilla y me dijo: “También me gusta por delante”. Me invadió el perfume “a puta muy cogida”, como dice Bernabé, que salió de su panocha, lo cual fue una invitación para acercarle mi nariz y boca.
Pronto bajó la pierna y le besé y lamí el ombligo apretándola de las nalgas. “Voy a seguir con la sopa”, me dijo y se volteó para colocar una cacerola donde vació un poco de aceite de oliva y le prendió fuego a la hornilla. Segundos después. tomó lo que había molido en la licuadora y lo vació a la cacerola. Le molió una parte minúscula de pimienta roja y nuez moscada, y movió constantemente; también yo mantenía mi constancia acariciándole el pecho con mis manos, las nalgas con mi pene y besándole la nuca hasta que dijo “ya está”.
Sirvió dos platos y me pidió que los llevara a la ...