1. Atención personalizada


    Fecha: 15/06/2025, Categorías: Confesiones Autor: Elvira G, Fuente: CuentoRelatos

    Laura no lo vio venir. Instalada confortablemente en su papel de ama de casa a la antigua usanza, dejaba discurrir su vida cómoda y placentera y, aunque era consciente de que los recursos que le proporcionaba su marido eran bastante limitados, ella, buena administradora por naturaleza, conseguía mantener una relativa calidad de vida. Quizá por eso, cuando su marido le planteó su deseo de separarse, una sensación de hundimiento universal la dejó confundida y descentrada.
    
    A los 43 años, sin una formación específica y nula experiencia laboral todos sus esquemas vitales se derrumbaron estrepitosamente.
    
    Cuando, pasados los primeros momentos, estuvo en condiciones de recapacitar, comprendió que su matrimonio estaba soportado por la mera costumbre y por unos lazos que, por pura rutina, eran inconsistentes. El no haber tenido hijos era una causa más que había deteriorado la estabilidad de la pareja.
    
    Su marido no le dio ninguna explicación de sus planes de futuro, y sólo la dejó entrever que se iría a vivir al piso de una amiga. Laura fue incapaz de obtener más detalles y tampoco insistió, agobiada por la incertidumbre que le planteaba su perspectiva de futuro. Su marido le había dejado caer que él pagaría el alquiler del piso durante dos meses pero que ella tendría que hacerse cargo del mismo en lo sucesivo o, en su caso, dejarlo libre.
    
    Laura era consciente de que sus posibilidades de obtener un empleo eran prácticamente nulas y, recapacitando, sólo se encontró habilitada ...
    ... para hacer tareas domésticas y de limpieza.
    
    Sin dejarse abatir más de lo que ya estaba, pensó en dónde podría encontrar trabajo como asistenta o similar. Consultó en internet posibles agencias de empleo y, efectivamente, encontró anuncios tanto de empresas como de particulares. Ella aspiraba a tener un empleo a jornada completa con la garantía de un contrato laboral. Enseguida se percató de que no era lo que abundaba en las ofertas de empleo. Lo más solicitado era limpieza por horas, casi siempre en casas particulares o, en caso de oficinas, trabajos de una o dos horas diarias. Se dedicó a ir llamando a todas las ofertas y obtuvo cita para cuatro posibles clientes. Tres casas particulares y una pequeña tienda de tejidos. Ese mismo día hizo las visitas y consiguió llegar a un acuerdo con dos casas. Una, familiar, en la que ambos cónyuges trabajaban y que la contrataron para dos días a la semana, tres horas al cada uno a 10 euros por hora. De contrato y alta en seguridad social ni mencionarlo. En la otra casa vivían cuatro estudiantes y en un primer vistazo dedujo que allí habría que trabajar en firme. La suciedad y el desorden era la tónica general y se notaba que hacía meses que nadie había pasado una bayeta, una fregona o una simple escoba por ninguna parte. Con ellos concertó un día a la semana, cinco horas, también a diez euros la hora. De contrato no se habló. En ambos casos la incorporación era inmediata.
    
    Volvió a casa más animada. Las cantidades previstas no eran ...
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