Unos detalles
Fecha: 26/06/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Tita, Fuente: CuentoRelatos
Respecto a mi relato “Bodas de oro”, Ishtar, una de las lectoras asiduas de mis relatos, me preguntó en un correo si podía precisar y extender en el relato la parte de la despedida que indica “Bailamos y seguimos haciendo el amor hasta la madrugada en que pedí descansar. Eduardo nos llevó a su recámara. Todos se despidieron dándome una felicitación efusiva, a cada uno le tocó un beso en la verga y una lamida en los huevos antes de salir de la recámara.”
¡Claro que se lo conté! Dado que mi marido regresará muy tarde (seguro que se fue a coger a su amiga Regina, grr) me dispuse a contestarle a Ishtar. Hace mucho que no me fumaba un porro de mariguana, así que, frente a la computadora, me desnudé, prendí la bacha, me senté con las piernas abiertas y disfruté unas fumadas atrayendo a mis memorias. Pero mientras escribía los detalles de lo que pasó esa vez, a mi mente llegaban otros recuerdos de muchos años atrás donde mi mente jugueteaba con las evocaciones, pero también con los deseos que había tenido en aquellos momentos, y que el día del festejo pude realizar.
Así, de la extensión de un párrafo salió lo siguiente. Aunque, confieso, me masturbé varias veces antes de terminar el pequeño escrito pues, según sé, no es una particularidad mía, algunas autoras lo revelan como una acción recurrente al escribir sus recuerdos, como mi amiga Mar. También otras, como declara la argentina Martina Paz, requieren masturbarse antes de escribir un relato imaginario y nos cuentan lo que ...
... imaginaron y “vivieron” con ayuda de sus dedos y manos. El texto es corto, pero me tardé bastantes orgasmos en escribirlo…
Esa noche, Eduardo nos llevó a la recámara donde remembraríamos la noche de bodas ocurrida medio siglo atrás. Nos conducía a la recámara principal, como sumo sacerdote, y atrás venía la cohorte de mis machos, todos desnudos.
–Éste es el tálamo nupcial donde fornicarán y descansarán a su gusto –Dijo Eduardo ceremonialmente, invitándonos a pasar la noche (lo que restaba de ella) en la cama matrimonial de él y Adriana, su esposa– Ahora, nos despediremos individualmente de la novia –expresó, acostándome con delicadeza, me abrió las piernas y se subió en mí mamándome una chiche y apretándome la otra.
Como si se tratara de un ritual religioso, Saúl, mi marido, y los demás (Othón y Pablo), al unísono nos veían con deleite y se acariciaban la verga subiendo y bajando el pellejo con las manos, recorriendo desde los huevos hasta el glande apenas me penetró Eduardo. Yo me sentía como en la primera vez que mi amante me penetró: una larga y deliciosa verga babeante se abría paso en mi mojadísima vagina y recordaba sus palabras al cogerme por primera vez: “Ahora ya eres mi mujer” y sentí su fuego dentro de mí. Me abracé a sus piernas con las mías y lo oprimí de las nalgas atrayéndolo hacia mí.
–¡Me vengo, mi mujer! –gritó convulsionándose, como en aquella primera vez.
–¡Vente mucho, papito, vente en tu mujer! –le respondí y lo obligué a besarme mientras ...