Unos detalles
Fecha: 26/06/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Tita, Fuente: CuentoRelatos
... lo exprimía con mi perrito.
Quedamos inertes después del orgasmo mutuo, así fue entonces cuando dormimos percibiendo uno el aliento de la otra. Sólo que, en esta ocasión, tenía que despedirme de otros dos más, antes de dormir con Saúl. Eduardo lo entendía y, agotado por la dicha de la eyaculación, tuvo que dejar paso a otro para que se despidiera de la novia. Al ponerse de pie, me senté para limpiarle el falo con mi boca… ¡Le volvió a crecer!, je, je, je… Me metí uno a uno sus huevos en mi boca y lo despedí con un jalón de escroto.
Siguió Pablo, quien, besándome y saboreando los residuos de la muestra anterior de amor, mientras me tomaba de las tetas, resbaló su tronco en mi pepa abierta y encharcada. En ese momento recordé otra ocasión, más de treinta años atrás, en que hice el amor con Pablo después que Roberto, mi primer amante, me había tomado menos de una hora antes. “Estás muy mojada, mi amor”, dijo entonces Pablo cuando me introdujo con facilidad el pene. “Es que ya estaba deseando mucho ver a mi muchachito”, le respondí como explicación. Lo de “muchachito” era porque Pablo es cinco años menor que yo y en esa época sí se notaba más la diferencia de edad entre nosotros. Él era un estudiante de maestría y yo una milf treintañera. En esa época, no pocas veces me tiraba a tres en el mismo día.
–¿Le gusta a mi muchachito cogerse a su amor ya cogida…? –le pregunté a Pablo.
–Antes de este día no me había tocado, ¡es muy rico! –contestó.
–Aunque no ...
... inmediatamente, ya te había tocado cogerme bien regada… –le confesé–, y varias veces fue así –rematé.
Recordé las veces que deseé cuando apenas me salía una verga ordeñada, me entrara otra con las mismas ganas de venirse como la que me había regado, para darle el mismo tratamiento, ¡y ahora lo tenía cumplido!
–¡Puta! –exclamó moviéndose más rápido, soltándome un chorro de esperma para quedar resoplando y tomando aire a bocanadas. Yo no lo solté, pues ya había iniciado un tren de varios pequeños orgasmos.
Al terminar, lo resbalé de mí y me puse a mamarle el miembro y lamerle los residuos en los huevos para dejarlo limpio y preparar el sabor del beso que le daría al siguiente y último invitado. Apenas se levantó Pablo y vi en mis ojos una polla babeante que me obligaba a mamar.
–Lubrícala mucho, para que no te duela, porque me voy a despedir de la colita que me tocó estrenar –me ordenó y yo le obedecí.
Me dio la vuelta, colocándome boca abajo, puso unas almohadas en mi vientre; me metió el falo tres viajes en mi panocha para humedecerlo bien; puso su pene en la entrada de mi culo, me agarró de las tetas y empujó. Otra vez sentí lo mismo que aquella primera vez cuando sacó la verga completamente mojada de mi raja y fue metiéndomela despacito en el ano.
–Ya no está tan apretadito como cuando lo estrené, Tita puta, ¡pero sigues estando riquísima! –dijo cuando sentí que sus huevos golpearon mis labios y clítoris.
–¡Sí, mi amor, es riquísimo! Deberías aceptar que te cojan ...