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El jefe de su marido
Fecha: 27/06/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: dulceymorboso, Fuente: CuentoRelatos
... mi marido? -Aún no lo sé Silvia –la mano de ese hombre comenzó a acariciar muy lentamente la pierna de ella.– Dime, si te ayudo yo que gano a cambio? -No lo sé señor Gómez –ella estaba asustada y avergonzada pensando lo que ese hombre estaba insinuando. -Mira, llevo cuatro años viudo. Si te ayudo tú me ayudarás a mi? -Que tengo que hacer? –la necesidad económica estaba hablando por ella. -Quítate la falda Silvia. El mundo se derrumbó en ese instante para ella. Hacer lo que ese señor le pedía era su única solución y a la vez era humillarse como mujer y humillar a su amado esposo. Se levantó del sofá y avergonzada se desabrochó el cierre de la falda y la dejó caer al suelo. Él la observaba con atención y Silvia sintió como ese señor miraba sus bragas. Con un gesto ese señor le hizo saber que deseaba que se sentara de nuevo a su lado y ella le obedeció. -Le renovará el contrato a mi marido? -Eso dependerá de ti Silvia. Para Silvia todo sucedió como una pesadilla que jamás había pensado tener. Pensaba en su hija, en su marido, cuando la mano de ese señor empezó a acariciar sus muslos. Cuando esa mano intrusa comenzó a acariciar sus bragas ella solo podía mirar a la puerta de la habitación ...
... donde su bebé dormía plácidamente ignorante de lo que su madre estaba permitiendo a ese hombre hacerle. Silvia se tapó la cara cuando esa mano se introdujo por dentro de la tela. Era repugnante esa mano tan diferente a la de su marido, una mano de piel arrugada y dedos grandes que le estaba manoseando su zona íntima de una manera grosera. Se asustó y avergonzó al sentir que esa mano le estaba tocando de una manera que le comenzaba a dar placer. Deseaba parar aquello porque se negaba a sentir placer con otro hombre que no fuera su marido. Silvia se tapó la boca con la mano cuando sintió que esos dedos extraños le estaban estimulando el clítoris. Sintió el botón del placer atrapado entre los dedos pulgar e índice de ese hombre y su cuerpo empezó a temblar al alcanzar el orgasmo. Silvia se quedó tumbada en el sofá temblando y escuchó como ese hombre se levantaba. -Te dejo una tarjeta con mi número personal. Piensa lo que te dije y me llamas. ¿Vale? -Vale –Silvia estaba desconcertada– por favor que mi marido no sepa que hablé con usted. -Tranquila. Nunca sabrá nada. Escuchó la puerta de casa al irse ese hombre y llorando se fue al cuarto donde dormía su hija y la cogió para abrazarla. (Continuará)