1. Humillada por comportamiento incívico


    Fecha: 08/07/2025, Categorías: Dominación / BDSM Autor: elzorro, Fuente: CuentoRelatos

    El relato de ficción que van a poder leer está ambientado en un futuro cercano y en un país de habla hispana. Concretamente en el suburbano.
    
    A simple vista no hay muchas diferencias con la época actual. Quizás el aspecto de los vagones es algo más moderno, más limpio y en general hay más sensores, pero las gentes, las ropas que visten y el ajetreo en hora punta, es el mismo.
    
    Silvia, una empleada de banca de veintiséis años se dirigía a su trabajo. Su ropa informal, vaqueros que se ajustaban al cuerpo marcando trasero contundente y camiseta blanca de tirantes con generoso escote. Caminaba deprisa y con gesto de pocos amigos. Esa mañana había estado en el médico y le habían puesto una inyección en la nalga derecha. El picotazo y el líquido blanco que le habían inoculado escocían y mientras caminaba notaba una molesta y continua sensación en su glúteo, como si alguien le estuviese dando un pellizco eterno.
    
    Cuando llegó al andén encontró mucha gente y lo peor es que el tren que llegaba, con retraso, venía lleno de gente y apenas nadie se apeó en la estación. Quizás fueron los nervios, o el maldito día, el maldito retraso o su carácter agresivo. El caso es que se le metió en la cabeza que tenía que meterse en ese vagón. Insultó a un joven, se empeñó en entrar mientras otros salían y desoyendo a un guardia de seguridad, empujó y empujó hasta que las puertas del vagón se cerraron. Aquello era una lata de sardinas, olía a sudor, a colonia y, porque no decirlo, a pedo. ...
    ... Probablemente aquel tipo de la camiseta a cuadros que sudaba, no se había afeitado en tres días y ese feucho era el causante. En la siguiente estación se bajó mucha gente y ella, ignorando a una mujer de pelo cano, se arrojó en busca de un asiento. Eso de ceder el sitio era para tontos.
    
    Al llegar a su parada, un hombre y una mujer uniformados estaban esperándola.
    
    -Acompáñenos. -dijo la agente.
    
    -Yo no he hecho nada. -respondió la joven con altivez.
    
    -Prefiere caminar con nosotros o necesitamos recurrir a otros métodos. -comentó el guardia haciendo ademán de usar la porra.
    
    Aquel gesto le pareció excesivo a Silvia, pero prefirió obedecer por el momento y acompañarlos.
    
    Tras caminar unos metros se detuvieron frente a una entrada sutilmente camuflada. El varón acercó una tarjeta y dijo en voz alta "abrir". Inmediatamente el panel se deslizó de manera silenciosa y la comitiva entró en un laberinto de pasillos y salas numeradas.
    
    -¿Qué es todo esto? -preguntó Silvia.
    
    -Esto es un centro de re-educación muy especial -respondió la mujer de uniforme.
    
    Unos segundos después, usando otro comando de voz, entraron en la sala número 8.
    
    -Siéntate en esa silla. -le ordenaron.
    
    La estancia no era muy grande. Aparte de sillas de metal y una mesa, había una camilla y un armario blanco con muchos cajones. La luz parecía salir de las paredes blancas y lo llenaba todo.
    
    Mientras Silvia, sentada en la silla, aguarda visiblemente nerviosa, la otra mujer sacó de un cajón un ...
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