Ese culo respingón
Fecha: 12/07/2025,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Sexuspunendi, Fuente: CuentoRelatos
... al verla llegar inmediatamente pensé que se veía fantástica. Al decirlo me respondió con una sonrisa coqueta, acercándose a mi mejilla con sus rojos labios. Cuando posterior al beso, claramente a propósito, comenzó a caminar delante mío unificando su coquetería en ese culo respingón.
Fuimos a cenar a un restaurante que no quedaba lejos. Algo así como dos cuadras. El lugar elegido era un excelente restaurante peruano. La comida estuvo exquisita, pero lo que hizo la real diferencia fueron los pisco sours catedral. Unos vasos enormes de casi medio litro. Nos tomamos dos cada uno. A medida que la fantástica conversación ambos sentíamos esa mezcla única y explosiva que sólo logra la cantidad adecuada de alcohol con la cantidad adecuada de deseo. A pesar de que la conversación transcurría lejos de cualquier tema de carácter erótico, ambos sabíamos cuánto nos deseábamos. Pareciera que el no tocar dichos temas hacía que el deseo se delatara en miradas, en risas, en toques de mano, en caricias bajo la mesa. La perfección de la velada se acabó cuando nos dimos cuenta de que era la hora de llamar al garzón y pagar.
Recuerdo que al levantarme sentí mi ligera borrachera. Para ella era peor pues debía no sólo controlar su cuerpo, sino que también lograr dignamente la hazaña de caminar con tacos. Es un misterio de la física cómo logró caminar gallardamente con esos tacos aguja negros, a pesar de la borrachera. Pero es un misterio divino cómo logró a pesar de toco contonear ese culo ...
... respingón enfundado en el vestido rojo. Ese momento divino, ese big bang, sólo duró unos cincuenta metros. Después tuvo que agarrarse de mi brazo. Ante la pregunta de si estaba bien, me respondió mirándome fijamente con ojos de deseo que se encontraba perfectamente. Sucedía sólo que hace tiempo que no bebía pisco sour. Con irónicos ojos le respondí que le creía su mentira.
Caminamos de vuelta al hotel disfrutando de la brisa de primavera. Eran alrededor de las doce de la noche. Tuvimos la enorme suerte, al llegar al lobby del edificio, de que el ascensor se encontraba vacío. Apenas se cerró la puerta comenzamos a besarnos apasionadamente. Sentía que tanto mi piel como la suya estaba hirviendo, que nuestras bocas se encontraban con desesperación, que nuestras manos sabían perfectamente sus objetivos. Una vez abierta la puerta del ascensor, ella sacó rápida y diligentemente la llave de su cartera. Ni un atisbo de la torpeza que siempre acompaña a la borrachera. Una vez cerrada la puerta detrás de nosotros, no tuvimos tiempo siquiera para prender las luces. Yo sabía cuál era mi objetivo.
Introduje mi mano debajo de su falda, mientras la seguía besando con furia, buscando su entrepierna. Al alcanzarla y sentir ese gemido conocido que me encantaba, seguí con mi tarea primero por encima de la tela, con la intención de continuar debajo de ella. Cuando ya casi alcanzaba mi ansiado objetivo, ella me detuvo. Al mirarla preguntando con mis ojos qué sucedía, puso su índice en mis ...